Escritos diversos - Banco de Reservas

Escritos diversos Emiliano Tejera
tratado de encontrar la causa de la aparente veleidad de los dominicanos, de la horrible ingratitud con
que aparecen manchados ante el mundo?
Para mí, como para todos aquellos que estaban en este país cuando la Anexión, y que observaron
los manejos del presidente Santana y de sus allegados, la cuestión del abandono está resuelta toda vez
que el gobierno español siga las inspiraciones de la justicia y de la verdadera honra de la nación que
dirige. Sé que España no tiene derechos a este país, sé que está engañada cuando cree tenerlos. El
pueblo dominicano en quien residía la soberanía nacional, el único que podría transferirla no lo hizo
nunca, como se cree en favor del gobierno español. ocho o diez traidores, aprovechándose del poder
que el pueblo les había dado y de la confianza que de ellos se hacía, prepararon sordamente la Anexión,
presentándola como la obra unánime y espontánea del pueblo dominicano. Ahora bien, es verdad lo
que acabo de manifestar, si los derechos de España sobre Santo Domingo no se fundan en la renuncia
que en favor de aquella hubiera hecho el pueblo dominicano de su soberanía e independencia. ¿no
estaría resuelta la cuestión de abandono? ciertamente que sí. España no permanecería en un país que
le hubiera sido entregado traidoramente; no emplearía sus tesoros y sus hijos en oprimir a un pueblo
que estaría en el mismo caso en que ella estuvo en el año 1808; no daría la razón a los que la llaman
opresora e incivilizada; no perjudicaría sus intereses de toda clase por sostener los de ocho o diez malvados,
que explotaron en beneficio propio su hidalguía y generosidad; no haría, en fin, a despecho
del liberalismo de muchos de sus hijos, el mismo y horrible papel que Rusia está haciendo en Europa
con la infeliz Polonia. no; España no olvidaría sus gloriosas y nobles tradiciones de independencia,
no destruiría un pueblo porque combate por su libertad como ella combatió por la suya contra Roma,
como combatió contra el coloso de los tiempos modernos.
Tan luego como la prensa española principie a examinar los fundamentos de los derechos de
su nación sobre este país, echará usted de ver cuánta verdad hay en lo que le llevo dicho sobre la
Anexión. El examen de uno solo de los documentos que precisamente debe tener a la vista, las actas
de los pronunciamientos de los pueblos de la República, va a convencerle de que España no está en
Santo Domingo por la voluntad de los dominicanos, de que fue una intriga la que dio por resultado
su venida a este país. las 4,081 firmas que hay en las 35 actas (suponiendo que todas se consideren
como puestas por los individuos a quienes representan o con su consentimiento) prueban lo primero;
lo segundo lo dan a entender la precisión que hubo de enviar delegados del gobierno a los pueblos
para hacer la Anexión; las órdenes que dio Santana con el mismo objeto; el envío de un tratado que
dicen se había celebrado con España, y mil otras cosas que saltan a la vista. Ahora, si al examen de este
importante documento se agrega el de todos los demás que se relacionan con la Anexión, la verdad
aparecerá por más que los anexionistas hayan querido desfigurarla.
¡Quiera Dios que la prensa y el gobierno español no se desentiendan del examen de un asunto
que tanto les interesa! la cuestión de Santo Domingo no es de tan poca importancia como muchos
suponen. Es preciso no olvidar que en este país hay varias personas (las que hicieron la Anexión) interesadas
en hacer creer que la actual insurrección es la obra de unos pocos descontentos, es preciso
tener presente que el único periódico particular que hay en toda la provincia, o que aparece como
tal, es redactado en armonía con las ideas e intereses de aquellas personas, es preciso tener en cuenta
que la mayor parte de estas, ocupan altos puestos y tienen influencia hasta con la autoridad superior
de la isla: es preciso reflexionar que se necesitan ciertas cualidades que no en todos se encuentran,
para que los empleados de una provincia manifiesten que una insurrección que estalle en ella es justa
y reconoce tales y cuales causas que le dan ese carácter, cuando esa confesión, conocido el carácter
noble de la nación a quien se hace, debe ocasionarles las pérdidas de sus empleos y de los sueldos
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