L 'hybride - Centre de Recherches Interdisciplinaires sur les Mondes ...

salían como manifestantes a la calle. Era un momento para pensarsecomo mujeres, pensar en las fuerzas individuales y colectivas. Mirara las mujeres, mirarse. Oír juicios condenatorios a las conductasfemeninas transgresoras que escapaban a lo esperado y deseado porel sentido común. Pensar en lo extremo, lo imposible. Buscar, en fin,una suerte de equilibrio.El tratamiento de Magdalena Petit, más allá de un lenguajeprevisible, demasiado coloquial y vertido en formas contemporáneas,nos sorprende con algunas imágenes y nos ofrece una visión de laQuintrala que, bien podríamos decir, la hace conocedora, de un modoprofundo, tanto del bien como del mal. «No sé, no me comprendo amí misma. Es como si dos personas existieran en mí; una que quiereel bien, otra el mal; una sabe lo que hace, la otra que se olvida. ¿Es eldemonio quien obra en mí?; no soy yo, se lo juro padre!... Es elDemonio, sí; hasta veo las luces que lo preceden y oigo los silbidos...»(128). Esta Catalina se someterá y será humilde en muchos momentosde la obra. ¿Es eso el bien para Petit? Sea cual sea la respuesta a estapregunta, es interesante que el olvido y la división del carácter hagasitio en ella a lo demoníaco: el no saber, el no poder saber. Estaimposibilidad del sí misma, el no ser ella misma la que obra, lamuestra de algún modo como víctima de designios de un otro.Como en otras obras literarias, escritas en la década de los ’80,como productos literarios feministas, Maldita yo entre las mujeres deMercedes Valdivieso, Doña Catalina de Miriam Balboa Echeverría,nos aparece la Quintrala rodeada de hechizos, sahumerios y actos debrujería. En Petit, su mismo nacimiento ocurre en medio de palabrasde conjuro y de aleteos de chuncho. La niña nace «ojeada» y la madremuere. (En la novela de Valdivieso, quien muere en el momento delnacimiento es la abuela, la cacica de Talagante). Su tía abuela Teresade Encío, según el relato de Petit, fue condenada en el Perú por brujay el Santo Oficio la absuelve después de ser expuesta al público conlas espaldas desnudas y la vela verde en la mano derecha.La infancia de Catalina nos la muestra histérica, manipuladora.Ante la negativa de su abuela Agueda de dejarla asistir a unaprocesión prueba gestos masoquistas de tirarse los cabellos hastaarrancárselos, venciendo a la abuela.Entre indios, mulatos, carmelitas, gremios y cofradías, se fascinaante los «cuerpos maltratados, rojos de llagas, (que) lloran sangreque va goteando, y vivos jeroglifos cuentan la historia del pecador».Ante las impresiones fuertes que le suscita la procesión tiene un maldormir y preguntará por qué se azotan los penitentes a sí mismos, y266