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L 'hybride - Centre de Recherches Interdisciplinaires sur les Mondes ...

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vituperan, con actos cada vez peores. «Per<strong>de</strong>rse, embriagarse, en unabeatitud <strong>de</strong>l mal!...», afirmaba la «pobre flor <strong>de</strong>l infierno», según lanombraba el fraile Mendoza.La que ríe con «la risita <strong>de</strong> Catalina» ve aureola <strong>de</strong> santo a Figueroa,quien ha establecido el compromiso inclaudicable con el padre <strong>de</strong>Catalina antes <strong>de</strong> morir <strong>de</strong> salvar el alma <strong>de</strong> su hija. Sin embargo, severá turbado por la mirada <strong>de</strong> la Quintrala, que lo ha divinizado sinsaber la «mancha roja» <strong>de</strong> su vida: «Aquellos ojos me turbansolamente por un terrible recuerdo que su color me evoca». La mirada<strong>de</strong> la Quintrala le recuerda otra mirada, la que le fascinó y le llevó afalta en sus 18 años, como novicio. Ignorante <strong>de</strong> la dueña <strong>de</strong> esa otramirada, «la misma mirada», es sorprendido y se llena <strong>de</strong> asombro alsaber que no es sino <strong>de</strong> la madre <strong>de</strong> la Quintrala, la otra Catalina.Casará a su «cáliz <strong>de</strong> amargura» que le turba el alma, en altarmatrimonial y le impondrá la disciplina <strong>de</strong>l alma y <strong>de</strong>l cuerpo,trabajos forzados, en su <strong>de</strong>stierro completo en La Ligua para que,fuera <strong>de</strong>l mundo, en la paz <strong>de</strong>l campo, se encuentre a sí misma enDios.En esos trabajos forzados Catalina dará muestras <strong>de</strong> que manejacon firmeza su caballo. De amanecida, «escoltada por su séquito <strong>de</strong>negros, la cabellera suelta flameando en el viento, aparece en traje <strong>de</strong>hombre, montada a horcajadas, una ágil amazona». La frente ceñidacon una vincha, como los indios. Dueña <strong>de</strong> todo lo que le ro<strong>de</strong>a,necesita al fraile Pedro Figueroa, <strong>de</strong>l que siente su abandonoinquietando <strong>de</strong>smedidamente su alma. Josefa, su sirvienta, paraquitarle ese mal le revela el secreto <strong>de</strong>l frailecito: sus amores con sumadre. A partir <strong>de</strong> esa revelación, renuncia a la obligada falta <strong>de</strong>sexo y <strong>de</strong> muerte en que la ha tenido el fraile, a la «avecita libre». Lobuscará «echando todo al diablo». Ahora, esa frase «tiene unsignificado... o ella pue<strong>de</strong> dárselo ahora: ¿por qué no?... En unaborrasca <strong>de</strong> júbilo maligno, su risa estalla, irrefrenable, y <strong>de</strong> golpe se<strong>de</strong>tiene. Luego, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un breve silencio, doña Catalina hun<strong>de</strong>sus manos en la cabellera <strong>de</strong>l santo y, la boca casi en sus labios, ledice: -¡Quiero que me beses ahora como besabas a mi madre!»Hará <strong>de</strong>finitivamente pacto con el Malo y comenzarán los«sacrificios <strong>de</strong> pecados» por él, «sacrificios <strong>de</strong> tibia carne humanaadolorida en tormentos: sacrificios <strong>de</strong> sacerdotisa pagana. ¡Dolor ymás dolor cada día para ahogar el otro incurable dolor!». En galpones<strong>de</strong> jarcias y cordobanes siempre habrá alguien para castigar.El dolor, en Petit, se nos levanta como dolor <strong>de</strong> la ausencia <strong>de</strong>labsoluto bien, el que pensaba Catalina que estaba en el santo. La268

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