xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

106 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA
privilegio que se les concede de lanzar al comercio
letras ó billetes que ocupan el lugar
del dinero, y esto sin seguridad para los tenedores,
que el pueblo tiene el derecho de exigir
que tales emisiones se hagan bajo la más severa
vigilancia del gobierno.
Es por lo tanto justo que los gobiemos
exijan el depósito. Si el banco quiebra, los
tenedores de billetes tienen asegurado su dinero.
Así debe disponerlo rígidamente la. ley,
exigiendo á los bancos que en todo tiempo
estén en aptitud de cambiar sus billetes por
dinero; y multarlos ó retirarles la concesion
en el momento que en poco ó mucho falten á
sus deberes.
Con un depósito suficiente, con la prohibicion
de emitir billetes de corto valor y con el
severo castigo en el caso de suspension de
pagos en dinero, no hay razon para prohibir
á nadie el establecimiento de bancos de emision
en cualquiera parte del pa ís. Si llegan á
ser demasiado numerosos, ya no obtendrán
utilidad, porque constantemente se estarian
cambiando por dinero los billetes, lo que haria
cesar sus negocios.
Verás por esto la insensatez de los que exigen
que se regule el número de los bancos de
emision, y su distribucion en el país, como si,
cuando los billetes del Banco Nacional circulan
con igual crédito en todas partes, pudiera
hacerse alguna diferencia con ellos donde
aquellos bancos fuesen colocados.
Verás tambien la ignorancia de los que claman
contra los bancos nacionales como monopolios,
sacando grandes utilidades del pueblo.
Que esto es la mayor de las locuras, se
demuestra recordando que un billete de banco
se usa nada más que como una conveniencia
para el público y que bajo reglas justas, debidamente
ejecutadas, los bancos de emision
sólo son de conveniencia, miéntras que los
bancos de depósito y de crédito son de la mayor
y más positiva importancia para la masa
de los trabajadores por salario.
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DEL COMERCIO
Has visto en el capítulo de la propiedad que el
exceso, ó aquella parte del producto que no
necesita el productor para su propio consumo
no tiene valor real y puede no convertirse en
riqueza, si no se cambia por otra cosa. No es
ménos cierto que el valor del exceso aumenta
á medida que aumenta la facilidad del cambio.
En nuestras comarcas de la tierra caliente
crecen en bosques inmensos el ébano y la caoba:
no importa que esas maderas finas tengan
un elevado precio en los mercados, si allá no
se emplean más que como combustible. Si
pudiesen enviarse, no digo al extranjero, sino
simplemente á México, valdrian mucho más
de lo que valen como leña; pero si se exportasen
á Paris ó á Amburgo, alcanzarian un precio
elevado, y su valor obtendria más y más
alza, á medida que tocasen nuevos mercados.
"Cuando yo era niño,--dice el autor de este
libro-el Estado de Ohío no tenia ferrocarriles
y los agricultores que vivian cerca de Cincinnati
llevaban á vender huevos á aquel mercado
y daban á tres centavos la docena, en virtud
de que Cincinnati era el único mercado con
que contaban. Los ferrocarriles han aumenta-