xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

214 REVISTA OE AOMINISTRACION PUBLICA
iquién desconoce que la actual guerra dinástica
y de principios está sostenida por el provincialismo!
Si las leyes no obrasen poderosa y di rectamente
sobre las costumbres de los pueblos; si
las grandes medidas poi íticas no fuesen eficaces,
auxiliadas por el trascurso del tiempo,
para modificar y aun cambiar la fisonomía de
las naciones, enhorabuena que encontrásemos
en el provincialismo una valla insuperable á
toda idea de nacionalidad. Pero cuando lejos
de suceder asi, nos suministra la historia ejemplos
que demuestran todo lo contrario; cuando
tenemos en nuestra mano los medios, debemos
redoblar nuestros esfuerzos para estrechar mas
y mas los vínculos que nos unen. Una division
territorial que, en lugar de repartir los antiguos
reinos en provincias, hubiese procurado formarlas
tomando terreno de unos y de otros;
una nomenclatura nueva que hiciese olvidar
poco á poco la antigua; una diferente distribucion
de territorio de audiencias y capitanías
generales; la propagacion de la lengua
castellana; la publicacion de códigos uniformes,
y el sistema de administracion municipal
y provincial que proponemos, favorecerian
extraordinariamente la creacion de un interés
general, nacional, español, y harian de nosotros
un todo mas compacto, mas unido; que
se prestase menos á las miras ambiciosas de
naciones rivales, y menos expuesto á convulsiones
y guerras intestinas.
40. No acometeremos la empresa de rebatir
una á una las objeciones que hacen á la intentada
reforma la falta de meditacion, el espíritu
de partido, Ó el error bien intencionado: excederia
con mucho los límites y objeto de este
escrito. Recorreremos solo rápidamente los
principales de ellas.
50. Supónese sobre todo que con el nuevo
arreglo municipal se choca con nuestras costumbres,
y se vulneran derechos adquiridos,
sin respeto al venerable asilo de la libertad
española.
60_ Fácil nos es convenir con nuestros contrarios,
en esta ocasion, que las instituciones
municipales son en España tan antiguas como
la monarquía. El fuero de Leon, dado por D.
Alonso Ven 1020, el primer monumento que
hace mencion de nuestros concejos, habla de
ellos como de una institucion ya existente.
70. Durante la primera monarquía aristocrática
de Asturias, Leon y Castilla, los fueros
municipales fueron la única pero segura garantía
de las personas, bienes y derechos de los
plebeyos. En los reinados de los Alonsos VI,
VII y VIII, y de D. Fernando 111, adquirieron
gran poder é importancia, probándose esto
por tres hechos principales: la creacion de las
mesnadas de los concejos, la eleccion de concejales
de personas pertenecientes á la clase de
la nobleza, y la creacion de los diputados á
Córtes. Pero desde el siglo X IV empezó ya á
introducirse, y despues á preponderar en los
concejos, el elemento aristocrático y la influencia
de la corona; llegando al punto de ser
muchos de los empleos municipales hereditarios
y aun delegables. A fines del XV y antes
de trascurrido el tercio del XVI, se hizo dominante
en la sociedad el principio monárquico,
sufriendo alteraciones notables las demas instituciones;
y por último, al advenimiento de
la dinastía de Borbon, se redujeron á poco
menos que á nada los antiguos fueros municipales.
Bo. De estos cuatro periodos dos de ellos
son sumamente gloriosos para nosotros. Era