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que Obregón logró la suspensión de poderes
en el estado de San Luis Patosí, declarada por
el Senado, y envió a sus tropas a disuadir a
Prieto Laurens. Este último obtuvo entonces
un decreto legal revocando la decisión del
Senado, pero el presidente se desquitó apelando
a la Suprema Corte, donde pod ía contar
con el apoyo de los magistrados que acababa
de nombrarF'
Pero la escandalosa manera en que el Ejecutivo
impuso una vez más su voluntad sobre los
otros poderes, provocó que todos los sentimientos
democráticos del pa ís se rebelaran
causando la primera escisión dentro del corazón
del grupo sonora, porque De la Huerta
primero apoyó a Prieto Laurens y después
encabezó la rebelión de 1924.
Pero no fueron sólo los defensores de la
democracia los que tomaron parte en la rebelión
delahuertista; los grupos que habían sido
desplazados o amenazados por la revolución
también se unieron a ellos. Los porfiristas,
maderistas y carrancistas que se unieron a la
rebelión pronto dieron una etiqueta definitivamente
reaccionaria a un movimiento que,
desde el principio, podría haberse definido como
conservador. Los lemas contra la amenaza
de los trabajadores organizados y contra las
distribuciones de tierras tuvieron eco por todo
el país.
Bajo estas condiciones, el bonapartismo no
sólo podía obtener el apoyo de las masas contra
la rebelión, sino también en favor de sus
métodos de gobierno.
61 Ver Dulles, J.F. OP. cit., pp. 126-135.
CARLOS SEVILLA EL BONAPARTISMO EN MEXICO 191
Durante la administración de Calles, la
posición subordinada de los poderes legislativo
y judicial funcionó sin ningún problema,
y la selección de candidatos para posiciones
de elección asumida por los partidos sólo
podría hacerse con la aprobación del presidente
o de sus más cercanos colaboradores.
Una nueva generación estaba aprendiendo que
la promoción política no podía ganarse en
las elecciones o en el campo de batalla. La
manera más segura de ascender poi íticamente
era observar rigurosamente las órdenes de
los 1íderes bonapartistas.
LA CONSOLIDACION DEL
BONAPARTISMO
A fines de los años veinte los resultados de la
paz relativa erada por los gobiernos bonapartistas
se habían hecho sentir. La economía
estaba recuperada y ahora crecía lenta pero
consistentemente. Si la producción agrícola
parecía estar estancada, esto podría explicarse
como la reacción de los terratenientes a
la reforma agraria que minó su confianza en
realizar nuevas inversiones. El otro lado de
la moneda era, por una parte, el gran número
de campesinos que ahora podían cultivar sus
parcelas de tierra, ya que los gobiernos de
Obregón y Calles habían distribuido alrededor
de cinco millones de hectáreas entre un poco
más de un milIón de campesinos. Por el otro,
la nueva agricultura que se había desarrollado
simultáneamente con la realización de la reforma
agraria. Los altos militares y los poi íticos
más influyentes se habían apoderado de
grandes extensiones de tierra que habían
destinado a usos productivos, con resultados
muy satisfactorios. La Comisión Nacional de