xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

96 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA
guna otra cosa, quedará absolutamente sin
valor.
Fíjate en que para establecer la industria y
la economía, que son los medios de la civilizacion,
es necesario: primero, que la propiedad
esté segura, y segundo, que los poseedores
de esta propiedad la puedan cambiar libremente
por otros artículos que deseen. Si no es
posible el cambio cesará la produccion.
Si tú tienes cueros y yo tengo café, y se te
presenta la ocasion de encontrarme, puedes
darme tus cueros por mi café, y así ambos habremos
obtenido un beneficio; pero para esto
se necesita que nos hayamos tomado el trabajo
de buscarnos, perdiendo en esta operacion
algun tiempo que podriamos haber empleado
para obtener, tú mayor cantidad de cueros y
yo mayor cantidad de café. Si por fortuna
apareciese una tercera persona que se encargara
de llevarte mi café y traerme tus cueros, es
claro que ambos habriamos obtenido la ventaja
de poder consagrar más tiempo á nuestro propio
negocio para estar más aptos en él y producir
mayor cantidad.
Esa tercera persona se llama comerciante,
y por su trabajo tenemos que darle una parte
de nuestras ganancias, supuesto que por medio
de su inteligencia y de su actividad hemos
podido producir mayor cantidad.
Pero, écémo podré estar seguro de que el
comerciante á quien confio mi café te lo lleve
en realidad y me traiga tus cueros? Puede no
ser un hombre honrado. Para allanar el camino
y quedar ambos seguros tenemos una ingeniosa
invención llamada moneda, cuyo carácter
preciso es muy importante que conozcas.
Si el comerciante que ofrece hacer el cambio
de mi café por tus cueros deja en nuestro poder,
como prenda de su honradez, alguna cosa
que uno de nosotros quiera aceptar del otro,
porque tenga un valor real, igual al de nuestros
productos, ambos quedarémos enteramente
satisfechos, pues si el comerciante desapareciese
con tus cueros, tendrias sin embargo en
tu poder un valor equivalente á mi café.
Tomemos otro ejemplo: si fueses zapatero,
seria necesario que recibieras por tus zapatos,
ya fuesen artículos que necesitases consumir
6 algo con que comprarlos. Podrias querer
aceptar por los zapatos una 6rden contra un
agricultor para que te diese avena 6 mantequilla,
otra contra un molinero para que te diese
harina, otra contra un sastre para que te proporcionase
vestido y otra contra un sombrerero
para sombreros; pero despues de todas estas
transacciones, ya no necesitas de otro artículo,
y te queda sin embargo, un gran número de
zapatos. Este sobrante, resultado del trabajo y
de la economía, es tu capital. ¿Qué tomarás
por él? No será mayor cantidad de mantequilla,
harina y demas artículos expresados, porque
tus zapatos se conservarán mejor que dichos
objetos; y sin embargo, te estorbarán;
las ratas pueden comérselos, un almacen húmedo
echarlos á perder, un incendio destruirlos,
podrirse con el trsscurso del tiempo 6
sobrevenir una nueva moda que los haga inaceptables.
Si pudieses obtener por tu sobrante
de zapatos alguna cosa que tuviese un valor
real y universal y que no fuese estorbosa ni
estuviese sujeta á destruccion 6 á pérdida por
cambio de modas, es claro que saldrias beneficiado.
Esa cosa es el oro 6 la plata, dos metales
que por su escasez, por el costo de extraerlos