xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

170 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA
de las exportaciones de México finalizaban
ah í.14 A fin de incrementar su influencia
económica, los Estados Unidos
apoyaban firmemente el cambio poi ítica
en el país y mostraban simpatía por
los intentos reformistas de la burguesía
nacional.
3. Los efectos de la crisis económica mundial
de 1907 que no sólo causaron enorme
desempleo entre los sectores proletarizados
de pa ís, sino también produjeron el
regreso de un gran número de mexicanos
que habían estado trabajando en los Estados
Unidos en busca del trabajo, que
habían perdido allí.15
4. Los efectos de la sequ ía que había afligido
a México en 1909 y elevado los pre-
sorbió el 5.5 por ciento de sus inversiones externas y el
29 por ciento de las que colocó en la América Latina. En
cambio, para el capital norteamericano, fue el campo
principal de inversión: de todas las que había hecho en el
extranjero hasta 1911. le correspondió a México el 45.5
por ciento. Cosío Villegas. Historia Mod8rna de México,
El Porfiristo: Vida Económica, Editorial Hermas, México.
1965. Vol. 11, p. 637.
14 "La Gran Bretaña absorbió hasta 1891 el 30 por ciento de
las exportaciones mexicanas; por ello, los fenómenos crcücos
de aquel pa ís ten ían en el nuestro una resonancia que
sólo se amortiguó a partir de 1891. cuando ese porctentc
se reduce a 13 en la ultima década del siglo XIX y a 11
en la primera del XX. En cambio, la vinculación de la
curva mexicana con la norteamericana se acentuó en ese
año: la porción de las exportaciones anuales de México,
destinada a los Estados Unidos, hasta entonces del 53 por
ciento, aumentó al 75, que habría de sostenerse hasta el
final del Pcrflrleto." Ibid., p. 644.
15 "Para 1907, la expansión económica, regional y nacional
llegó a su fin. En ese año comenzaron a sentirse los efectos
de la crisis internacional que se perduraría hasta 1908
y que pondría en serios aprietos a los 'cerebros' de la
economía porfiriana. Los bancos, los más Importantes
bajo control ctentttico retiraron sus créditos y trataron de
hacer efectivos los adeudos anteriores. Con ello centena-
cios de los alimentos, y en las comunidades
indígenas la pérdida de tierras sufrida
por la expansión de las haciendas, se
sentía más agudamente. 16
El detonador de la revolución fue la llamada
de Madero 17 a defender lo que él consideraba
que era su triunfo en las elecciones de junio de
1910. Madero había designado el 20 de noviembre
como la fecha de la insurrecci ón, pero
cuando llegó ese día, quienes le apoyaban en
Puebla ya habían sido asesinados y el contingente
que se supon ía formaría en la frontera
con los Estados Unidos no pudo ser organizado;
la inefectiva capacidad de lucha del sector
burgués directamente ligado a Madero, quedó
expuesta:
No obstante, unas pocas semanas después,
cuando su llamada llegó a los campesinos y a
los sectores proletarizados ligados al campo,
se inició una insurrección a escala nacional.
res de pequeños comerciantes y rancheros quebraron,
mientras que el desempleo aumentaba en forma alarmante.
Muchas minas y fábricas cerraron sus puertas y miles detrabajadores
mexicanos perdieron sus empleos en Estados
Unidos y volvieron a México a engrosar las filas de los desocupados.
Se calcula que más de 20 mil personas se repatriaron
por aquellos días". Katz. Op. cit., p. 28.
16 "En 1909 hubo una mala cosecha, y en algunos de 'os
distritos rurales los campesinos murieron de hambre".
Parkes, H.B. A History of Mexico, The Rtverstde Press.
Cambridge, 1950, p. 314.
17 Madero llamó a la insurrección 'en un documento que pasó
a la historia con el nombre de Plan de San Luis. Su argu·
mentación es principalmente política, pero su tercer punto
decía algo que le ganó el apoyo de los sectores campesinos:
..... numerosos pequeños propietarios, en su mayoría
indígenas, han sido despojados de sus terrenos ... se les
exigirá a quienes los adquirieron, o a sus herederos, que
los restituyan a sus primitivos propietarios, a quienes pagarán
también una indeminización por los perjuicios sufridos."
Fuentes para la Historia de la Revolución Mexicana,
F.C.E. México, 1954, pp. 37-38.