xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

F. DE PAULA MADRAZa MANUAL DE ADMINISTRACION 1111 37
La administracion debe procurar respecto
de las personas encarceladas: 10. que sea respetada
la inocencia y que no se le atormente
mas de lo que el interés de la sociedad exige, y
20. que aquellas personas á quienes el crímen
ha sumido en la cárcel, salgan de ella, cumplido
que sea el término de su condena, mas morigeradas
y corregidas de sus anteriores vicios.
Para conocer perfectamente qué obligaciones
tiene la sociedad respecto de estos desgraciados,
es preciso seguir al criminal 6 al inocente
desde el momento en que la justicia pone en
él su mano, hasta el dia en que libre por el
cumplimiento de su condena 6 por la absolucion
del juez vuelve á entrar en el seno de la
sociedad. No son necesarias muchas reflexiones
para conocer la infeliz suerte que cabe en
nuestro país á los que tienen la desgracia de
ser llevados á una prision; fácil es comprender
cuánto padecerá, sobre todo el que es inocente,
al entrar en las cárceles, al formar parte en
ellas de aquella sociedad de hombres criminales
que le llaman su amigo y compañero. Natural
es que la persona á quien esto suceda se
indigne contra la sociedad y contra la justicia
y que la mire mas como el oprobio de la humanidad
que como la defensora de las leyes.
Pero supongamos que la persona llevada á la
cárcel es criminal y sufre con descaro la humillacion
con que la sociedad intenta castigarla.
En este caso se encuentra en los oscuros
calabozos que le dan por mansion con otros
criminales, quizá mas perversos que él, y amaestrándose
con ellos en la funesta escuela de
la corrupcion y del crímen, combinan juntos
el plan que han de poner en práctica mañana
que salgan de la prision para atacar de nuevo á
esa sociedad que los protege al mismo tiempo
que los castiga.
Una vez en la cárcel el detenido 6 penado,
veamos qué debe hacer la administracion con
este hombre, y cuál es el sistema que debe
adoptar para que la prision sea lo mas segura
posible y sirva de elemento de moralidad y
de correccion. Desde luego es necesario hacer
una separacion en las cárceles, separacion indicada
por la misma naturaleza de las cosas.
Las personas simplemente acusadas de un delito,
no deben nunca estar confundidas con las
que han sido condenadas por el tribunal á sufrir
una pena. Sin embargo, á pesar de los progresos
que ha hecho en este siglo el sistema
penitenciario, todavía se encuentra un gran
vacío en esta parte. En los Estados Unidos,
que es donde mas se ha desarrollado la reforma,
aun no hay cárceles para los detenidos; lo
mismo sucede en Francia é Inglaterra, y aun
en Ginebra, país donde tanto se ha adelantado
en este ramo. Y esta separacion de las personas
detenidas de las condenadas es una cosa que
tienen derecho á exigir de la sociedad aquellos
desgraciados á quienes una falsa delacion ha
podido conducir á la mansion de los criminales.
Además de esta separacion absolutamente
necesaria, hay otra que no lo es menos en el
sistema carcelario. En nuestra opinion no pueden
estar reunidos en un mismo local las mujeres,
los niños y los hombres, ni aun habiendo
la separacion conveniente. Si el alma pura y
candorosa de Silvia Pellico no pudo resistir
á las emociones que produjo en ella la sola
idea de que á su lado estaba, sin que le dividiese
mas que una pared, una compañera de
desgracia, calcúlese lo que sucederá á las personas
no habituadas á poner freno á sus deseos.
Por lo tanto no solo debe haber cárceles
separadas para las mujeres y no solo deben
estar estas separadas del local de las de los
hombres, sino que deben estar á cargo de otras
mujeres para evitar los excesos que de otro
modo pudieran cometerse.