xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

154 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA
dicos distintos que acreditan la exactitud de
la enfermedad.
Cuando la licencia se desea para el arreglo
de negocios particulares 6 por otra causa, se
concede pero sin abonar sueldo.
Las licencias, como toda otra gestion que
hagan los empleados, tienen que pedirse por
los conductos debidos. Se trata de un celador
de Aduana, habrá de hacer su solicitud por
conducto del comandante del resguardo, que
la remitirá de oficio al Administrador de la
Aduana informando si, en su concepto, debe
concederse ó no. El Administrador la enviará
á la Secretaría de Hacienda manifestando tambien
si en su concepto es de accederse á ella.
De este modo cuando del ocurso se recibe en
la Secretaría de Hacienda puede ser resuelto
de plano, mientras que si se le mandara salvando
esos conductos, ni lo tomaria en consideracion
y lo devolveria exigiendo los informes
del comandante del resguardo yadministrador,
perdiendo así mucho tiempo el solicitante
y exponiéndose hasta á noseratendido
por faltar á lo que está ordenado.
En toda clase de negocios este órden trazado
es indispensable para la buena expeditacion
de ellos, y solo se pueden salvar los conductos
en casos muy urgentes y justificados.
Antiguamente la carrera del empleado ten ia
una conclusion indicada despues de cierto
tiempo de servicios. Esta era la jubilacion.
En fa actualidad ya están derogadas todas
las disposiciones que establecieron los montepíos
y jubilaciones, y solamente ha lugar á
pedir ante el Congreso una pensión vitalicia ó
temporal, en virtud de la facultad que tiene
esa Cámara "para conceder premios ó recompensas
por servicios eminentes prestados á la
patria, etc., etc.," fraccion XXVI del arto 72
de la Constitucion federal.
De manera que muy pocos son los que pueden
merecer esa concesion, y nunca en vida,
sino despues de su muerte y á favor de sus
familias.
Cuando se quiere gestionar una de estas
concesiones ante la Cámara de Diputados es
necesario presentar un ocurso, y acompañar á
él todas las constancias que acrediten los servicios
del finado.
Realmente hoy en dia los empleados del
Gobierno no tienen más expectativa que la
de vivir con dificultad mientras sirven en una
Oficina y perecer con sus fami lias cuando les
falta su colocacion.
El empleado se habitúa fácilmente á las escaceces
y apenas si gestiona su adelanto en la
carrera administrativa cuando así se lo exije
una imperiosa necesidad.
Si en nuestro pa ís se tuviese por costumbre
"pensar en el porvenir," los empleados no
dormi rian sobre sus laureles y tratarian de
crearse un patrimonio, bien por medio del
ahorro, ó bien explotando alguna industria
compatible con sus obligaciones oficiales y
sobre todo, no desprendiéndose tan liberalmente
de todo aquello que adquieren.
La fundacion de alguna sociedad de crédito,
en pró de esta clase numerosa y distinguida
del país, es en mi concepto una necesidad reclamada
por las circunstancias. Un proyecto
bastante extenso y conveniente está ya en
estudio sobre el particular, y ojalá que él se
acepte y produzca los resultados apetecidos.