xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

100 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA
un avaro, ó dedicarlo .á empresas en que puedas
emplear el trabajo de otros, á quienes
pagues salarios, ó bien, puedes darlo á alguno
para que lo use.
Si te desprendes permanentemente de tu
propiedad ó la vendes, esperas obtener un
equivalente en valor, ya sea en moneda ó en
alguna otra especie de propiedad. Si te desprendes
temporalmente de ella ó la prestas á
otro, con toda razon pides un equivalente que
te indemnice de la privacion temporal de su
uso ó goce. Así, si prestas ó arriendas ya sea
tu casa, tu hacienda ó una suma de dinero,
exiges y recibes renta. la renta del dinero se
llama interes ó rédito.
la renta que quisieras pagar por una casa
de dos pisos, dependeria de su situacion, del
objeto á que quisieras destinarla y del número
de personas que, á la vez que tú, deseasen ocuparla.
Pero si la casa no tuviese valor más que
para tí solo y ninguno para los demas, es claro
que, si yo fuese su propietario, no te exigiria
una renta alta, ni por tu parte seria injusto
que me ofrecieses una renta baja; porque en
este caso si la casa es útil solamente para ti,
esto probaria que tu ingenio é industria, tu
trabajo y talento ó tu econom ía, y no el precio
intrínseco de la casa, serian las circunstancias
que le daban valor.
y no solamente depende de la situacion el
valor de la casa, sino que probablemente puede
variar de año en año, á medida que haya
más ó ménos casas desocupadas ó sean más ó
rnénos los objetos á que puedan destinarse.
Ahora bien, si una ley prescribiese que todas
las casas de dos pisos se arrendaran en cincuenta
pesos á lo más, anualmente, esa ley seria
ridícula é injusta, porque una casa puede desearse
cinco veces más que otra, es decir, que
valdria para el que la desea cinco veces más,
porque la necesitaria para un uso determinado.
Pero observa que aunque esa ley favoreciese
por de pronto á los pobres,-que seria en
lo que la fundasen sus partidarios-despues, y
de una manera permanente los perjudicaria:-primero,
porque desde luego dejarian de construirse
tales casas y por consiguiente los albañiles
y demas operarios ya no tendrian
trabajo; segundo, seria incómoda para los más
pobres, porque disminuyendo el número de
casas en proporcion á los ocupantes, aquellos
se verian arrojados á los suburbios, en barrios
estrechos é insalubres, y tercero, el capital
amenazado y oprimido de esta suerte entraria
en alarma y seria trasladado á otras partes en
donde ni el pueblo fuese tan tonto ni los enemigos
del préstamo á interes tan poderosos,
que lograran la expedicion de tales leyes. Y
entretanto, desapareceria, no solamente el
capital destinado á construir casas de dos
pisos, sino el consagrado á otras muchas empresas
que daban trabajo á multitud de pobres.
De esta manera resultaria que el pueblo, beneficiado
por un momento con la baja de las
rentas, estaria á poco, en su mayor parte-la
parte de los trabajadores á salario-notablemente
perjudicado.
Por lo tanto, no puede ser más claro que es
ventajoso para todo el mundo, que los propietarios
de casas tengan la libertad de arreglarse
con sus inquilinos, como mutuamente convengan.
Pero una casa de dos pisos equivale al dinero
que se ha gastado en construirla; y 10 que