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F. AGUSTIN SILVELA ESTUDIOS PRACTlCOS DE ADMINISTRACION 215
general en España y el régimen municipal á
principios del siglo XI, cuando en el resto de
la Europa dominaba el feudalismo; y nuestras
Córtes de Burgos de 1215 se reunieron medio
siglo ántes que fuesen llamados al parlamento
de Inglaterra los diputados de los comunes, y
cerca de un siglo ántes de la convocacion de
los estados generales en Francia. No solo no
necesitábamos aprender de la Europa, sino
que debimos ser entónces, como lo hemos sido
en otras ocasiones para los extrangeros, modelo
de imitacion y objeto de envidia. No hay
español que no recorra con un sentimiento de
orgullo, y de bien sentido placer, los célebres
monumentos de aquellos remotos tiempos.
Los fueros de Leon, Búrgos, Sepúlveda, Toledo,
Molina, Palencia, Cuenca, Córdoba &c. :
las enérgicas representaciones de nuestras Córtes;
su influencia en el gobierno; la sabiduría
de nuestros códigos; las sencillas virtudes de
nuestros mayores, sus sentimientos religiosos,
su constancia, su valor, su amor a la independencia,
forman un cuadro magn ífico.
Pero despues de pagado este tributo, y volviendo
mas inmediatamente á la cuestion, perrnrtasenos
recordar (pues que parece que no
quiere tenerse presente) que no vivimos en
ninguna de las épocas citadas; y reconózcase
con nosotros que hace siglos que nuestros
ayuntamientos han estado sometidos á la autoridad
real, sin mas interrupcion que las últimas
épocas constitucionales, por desgracia tan
breves y tan turbulentas.
90. "El advenimiento de la dinastía de Borbon,
dice Don Alberto Lista en el excelente
artículo citado, y la guerra de sucesión, redujeron
casi á nada los fueros municipales. A la
verdad se concedió todavía á los pueblos pequeños
el nombramiento de sus alcaldes y re-
gidores; pero ¿qué quedó de las franquicias,
de los privilegios municipales, del derecho
electoral en las ciudades y en las villas de consideracion?
Nada ó muy poco: palabras vacías
ya de sentido, y que se pronunciaban como
arcaismos porque estaban conservadas en unos
cuadernos viejos."
"La ciencia poi ítica progresó: h ízose un
ramo de ella la ciencia administrativa, de la
cual ni aun el nombre conocieron nuestros antepasados.
Se supo que la centralizacion del
poder, necesaria en cualquier estado, como
condicion imprescindible del órden, ni estaba
reñida con las garantías de la libertad civil y
política, ni con la intervencion de los pueblos
en sus intereses locales. Conocióse en fin que
colocando en el centro de la monarqu ía el gobierno
y sus resistencias moderadoras, no debia
ya encontrar en las fracciones sociales esas
resistencias cuyo buen efecto solo puede proceder
de su unidad parlamentaria; y que la
concentracion de los poderes del estado era
la única condicion de que se nacionalicen,
por decirlo asi, el órden y la libertad, el trono
y las garantías individuales."
"mas esta concentracion no excluye la intervencion
administrativa de las localidades,
sino la poi ítica ejercida ya por otro conducto
mas general y seguro, por los colegios electorales.
Nadie mejor que los individuos de una
poblacion conocen sus necesidades, sus recursos,
los medios de aumentar su bienestar y
de disminuir sus calamidades."
"Con arreglo á estos principios está redactado
el proyecto actual de ley relativo á los
ayuntamientos. Los que se quejan de que no
es conforme con nuestra antigua organizacion
municipal, que nos digan á qué época de nues-