xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

44 REVISTA DE ADMINISTRACIDN PUBLICA
Comenzando por las aguas, que son uno de
los primeros elementos de la vida, deberá procurar
que no les falte ninguna de las cualidades
que deben tener para ser provechosas á la
salud. La administracion debe adoptar cuantos
medios estén en su mano para consegui r que
el agua tenga buenas cualidades, cuando por
circunstancias dadas no las reuna. A ello puede
contribuir el hallarse estancadas y sin libre
curso en lugares bajos. La administracion debe
entonces procurar darles salida, valiéndose de
todos los medios que á este objeto se dirijan,
limpiando los cauces de los rios ó la base de
los lagos, arrojando all í arena y piedras sil íceas
para privar á las aguas de las cualidades insalubres
y hacerlas mas útiles al que las usa.
Si desde las aguas pasamos á las bebidas fermentadas
que tan perjudiciales pueden ser á
la salud, la administracion debe vigilar dia y
noche sobre las personas que ejercen este tráfico,
analizando las bebidas é imponiendo el
merecido castigo á los que usen sustancias nocivas
á la salud.
Los alimentos sólidos, como las semillas
cereales, las carnes, que tan expuestas están
á la putrefaccion, si no se adoptan respecto á
los mataderos grandes precauciones, el uso de
cierto género de vasijas, todos estos cuidados
forman otras tantas obligaciones que la administracion
local, especialmente, tiene que
cumplir todos los dias y á todas horas. La administracion,
en una palabra, debe procurar
hasta que el aire que se respira no se inficione
y corrompa con los mismos pútridos que pueden
exhalar ya las calles, ya los hospitales, ya
los establecimientos públicos. Los que son
insalubres comunican al aire sus cualidades
dañinas, y hacen de este elemento de vida un
instrumento de muerte. La necesidad de cuidar
de estos establecimientos, como jabone-
rías, fábricas de velas de sebo, afinacion de
metales, fábrica de resina, de tinta de imprenta,
de tabaco, etc., y la de procurar que no se
establezcan sino á cierta distancia de la poblacion,
no han sido desconocidas ni aun en los
pueblos mas atrasados en su civilizacion y en
su industria; pero en España, sin medios para
conocer estos males que prácticamente no tocamos,
por la escasez de estos establecimientos,
la administracion no ha procurado evitarlos;
así es que en nuestras leyes de Partida
solo se encuentra una disposicion relativa á
este punto en la ley 3, tít. 40. En otros países
donde la civilizacion está mas adelantada,
donde la industria hace tambien mas rápidos
progresos, la legislacion en la parte que se refiere
á establecimientos peligrosos está naturalmente
mas desarrollada y presenta un ancho
campo á la seguridad de las personas que á ella
se dedican.
La situacion de los cementerios es tambien
muy digna de los cuidados de la administracion.
Los cementerios se hallan hoy bajo la
direccion y gobierno de las autoridades eclesiásticas,
y los cadáveres bajo la triste dependencia
de los enterradores, que mas de una
vez profanan la santidad de los sepulcros. La
concesion de la propiedad temporaló perpetua
de estos y la resolucion de los expedientes á
que puede dar lugar es mas propia de la autoridad
civil que de la eclesiástica, á la que solo
corresponde cumplir las ceremonias religiosas
que la disciplina de la Iglesia tiene establecidas.
Los cementerios deben situarse en un lugar
algo separado de la poblacion, si puede
ser, un poco alto para que esté bien ventilado.
El terreno debe ser por su naturaleza silicio ó
calcáreo para que absorba las mismas que los
cadáveres despiden, y en sitio por donde no
pase agua á la poblacion y comunique los malos
olores y las cualidades insalubres.