xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

F. AGUSTIN SILVELA ESTUDIOS PRACTICaS DE ADMINISTRACION 231
nombraban, trasladaban ó destituian empleados;
los distribuian en diferentes puntos; y
por último, manejaban los asuntos y los fondos
del ramo con excesiva holgura. Hoy el
principio de la responsabilidad ministerial no
consiente lo que acaso era acertado cuando
no viviamos á la sombra de esta garantía; y no
es posible dudar que, al reformar una á una las
constituciones de aquellos establecimientos, y
toda la legislacion administrativa, dejen de
reducirse las facultades de los directores generales
á auxiliar á los ministros, despachando
con ellos, dándoles cuenta verbal y diaria, Ó
por lo menos frecuente, de todos los asuntos
de alguna importancia, y ejerciendo solo por
s í aquellas funciones que les delegue expresa
y terminantemente la nueva ley.
30. No debe perderse nunca de vista que
el director general de todos los ramos es el
ministro. Esta supremacía la designábamos
con el nombre de superintendente. Apoyados
algunos en este aforismo administrativo, y en
el principio citado de la responsabilidad ministerial,
han llegado hasta negar la utilidad de
las direcciones generales; exageracion que,
como todas, les ha conducido al error,
Los inconvenientes de las direcciones generales,
cuando no estan bien organizadas, son
en verdad los de debilitar la accion del Gobierno,
retardarla, y aun dificultarla. Por el contrario,
cuando estan bien organizadas, proporcionan
ventajas evidentes. Comunes á todas,
aunque variadas, pueden enumerarse sin descender
á pormenores relativos á cada una de
ellas.
La primera de estas ventajas es: que la inspeccion
del gefe especial de un ramo ha de ser,
por necesidad, mas inmediata, mas directa,
mas eficaz que la del gefe de todos ellos. El
gefe especial tiene, como el ministro, una responsabilidad
moral ante la opinión pública
que le observa y le juzga; y pesa sobre él ademas
la legal con respecto al ministro que le
depone ó le premia segun obra.
La segunda, que, por consecuencia de aquella
inspeccion mas directa, mas inmediata, mas
activa, mas interesada, han de resultar mejoras
y ventajas administrativas en cuanto á órden,
econom ía, brevedad y perfeccion de los trabajos.
La tercera, que esas posiciones de los directores
generales con cierta independencia, con
cierta consideracion, con ciertas ventajas materiales,
con sus juntas de inspectores, profesores
y facultativos, con sus escuelas de teoría
y de práctica, no pueden menos de servir para
excitar una noble emulacion entre los que siguen
la carrera; para crear espíritu de cuerpo
y estimular á que se hagan adelantamientos
en las ciencias ó en los métodos, ó á que se
importen de otros paises.
El cambio frecuente de ministros; el sinnúmero
de negocios que tienen que despachar;
su importancia misma, son un obstáculo para
que un solo director general inmediato (como
lo seria el ministro si se suprimiesen las direcciones)
pueda entrar en la infinidad de pormenores
de cada administracion, y acumular
en s í todos los hechos, los conocimientos, los
datos necesarios para ser verdaderamente perito
ó facultativo en cada ramo; para juzgar
por si, y sin someterse ciegamente al dictámen
de juntas, comisiones, ó de un oficial de secretaría.
En Toscana, en Bélgica, en estados pequeños
y bien organizados, pudieran acaso carecer de
utilidad las direcciones siempre que los minis-