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CHARLES NOROHOFF LA CIENCIA AOMINISTRATlVA AL ALCANCE OE LOS JOVENES 71
nuestros semejantes. Al considerar estos elevados
sentimientos, deseos y aspiraciones, en
el grado en que ellos intervienen solamente
en la felicidad ó comodidad del cuerpo, es
razonable creer que los hombres tienen algo
inmortal, destinado á vivir despues de que el
cuerpo ha perecido, algo capaz de más grande
desarrollo y de más altos goces que sólo alcanza
despues de haberse libertado de la materia.
Eso algo es lo que llamamos alma.
Observa que el alma del hombre no obedece
á la ley de la vida, sino á la del deber. Por
ejemplo, todos los hombres que se sacrifican
en una guerra justa, como los que lucharon
por la Independencia de México, abandonaron
sus profesiones, se apartaron del camino que
se habian trazado, dejaron sus familias y las
comodidades del hogar, é hicieron frente al
peligro no acostumbrado, quedando muertos
muchos en el campo de batalla ó en los cadalsos.
Hicieron y sufrieron esto, no en beneficio
de sí mismos ni para satisfacer ninguno de los
deseos ó pasiones que los hombres tienen en
comun con los animales, sino con la esperanza
de ayudar á la conservacion de la forma de
gobierno que ellos creian ser preminentemente
calculada para elevar á la humanidad y aumentar
la felicidad de sus conciudadanos. Ningun
animal es capaz de estas determinaciones; si
pelea, lo hace por codicia del alimento, por un
lugar mejor en que alojarse ó movido por el
celo ó la propia defensa y á veces por la cólera
ó la rabia.
Una criatura que siente dentro de sí misma
una parte inmortal, destinada á sobrevivir al
cuerpo, procurará, obrando prudentemente,
preparar esta parte inmortal para su vida futura.
y como segun se nos ha enseñado, vivirémos
allá sin la ayuda del cuerpo, es evidente
que la enseñanza del alma ó del espíritu, consiste
en el aumento, por la práctica de las virtudes,
de nuestra aptitud para aquellos goces
que no dependen del cuerpo. Moderar el cuerpo;
reprimir las bajas pasiones que tenemos en
comun con los animales; desechar de nosotros
la envidia, la avaricia, el despecho, la rivalidad,
la hipocresía, todo lo que tiende á lastimar los
derechos de otros, aparece al lado de los mandamientos
y consejos de la religion, como la
conducta prudente y razonable de un hombre
que cree tener dentro de sí mismo una parte
inmortal, una alma.
Por lo tanto, Dios ha formado al mundo y
ha hecho á la humanidad de tal manera que
los hombres respetan y estiman en el más alto
grado á aquellos que se distinguen practicando
esta elevada teorla de la vida. ¿Quién no honra
la memoria de Washington, de Hidalgo y de
Bolivar? ¿Quién no desprecia á los traficantes
políticos, vulgares y egoistas?
Ahora bien, recuerda siempre como una
regla fundamental en la política americana,
que la conducta de vida que es más á propósito
para que el alma alcance sus inmortales
destinos, es tambien la más propia para hacer
de los hombres buenos ciudadanos.
Ser buen ciudadano no significa solamente
dar cumplimiento á las leyes, á fin de libertarse
de la cárcel: significa tambien que es preciso
vivir en la moderacion y en la virtud, amar
al prójimo como á sí mismo, seguir el camino
de la vida sin oponerse á la felicidad de los
demas; esforzarse porque nuestras acciones,
en toda ocasion que se presente, redunden en
beneficio de nuestros conciudadanos: porque
el egoismo engendra al egoismo y la codicia
corrompe el corazon. La libertad sólo puede