xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

gonistas, sobreestimando SU poder militar, se
negaron a tratar de llegar a algún acuerdo con
las otras facciones y buscaron derrocar el gobierno
de Calles con un levantamiento militar.
Pero los generales obregonistas fueron reducidos
a una pequeña minoría cuando las otras
dos facciones llegaron a un acuerdo, por lo
que el principio de no reelección fue reafirmado
y se acordó formar un partido oficial
donde se discutieran todos los problemas relativos
a la elección de funcionarios.
No obstante, la rebelión iniciada por los
generales obregonistas en marzo de 1929,
constituiría una amenaza másseria para el poder
bonapartista que la rebelión delahuertista.
Esto no era tanto por el poder de los generales
obregonistas, sino básicamente por otros dos
factores importantes: la rebelión simultánea
de grupos que pensaron que el bonapartismo
estaba sufriendo un proceso irreversible de
descomposición y la actitud diferente de las
masas populares a la suerte del bonapartismo.
Más precisamente, los sectores campesinos
revolucionarios, como los encabezados por
Aurelio Manrique y Antonio Díaz Soto y
Gama vieron la rebelión de los generale" como
una oportunidad para tratar de derrocar al
gobierno que había dejado de lado sus principios
revolucionarios y abandonado la pol ítica
de reformas de los primeros años bonapartistas.
75 También fue ésta la razón por la que
muchos sectores populares, que en 1924
habían defendido al gobierno activamente,
permanecieron, en el mejor de los casos, indiferentes
al destino del gobierno bonapartis-
75 tbtd. pp. 23-37.
CARLOS SEVILLA EL BONAPARTISMO EN MEXICO 197
tao Solamente en esas áreas donde se habían
realizado redistribuciones masivas de tierra,
las milicias campesinas jugaron un papel crucial
en la derrota de los insurrectos.
Pero la creciente impopularidad del bonapartismo
fue demostrado no solamente por
las insurrecciones. También fue desafiado
peligrosamente por la pacífica pugna electoral
de la campaña de José Vasconcelos, quien
estaba ligado a los intelectuales y a la clase
media revolucionaria. Los que apoyaban al
"maestro de América", tomando ventaja de
la coyuntura que les permitía libertad de expresión,
fueron por todo el país denunciando
no solamente la corrupción de los poi íticos
bonapartistas, sino también la reconciliación
de Calles con los Estados Unidos y la creciente
influencia del embajador de Estados Unidos
en México. El eco inesperado que esta campaña
encontró en la población, obligó al gobierno
a reprimirla sanqrlentamenter"
Así, el bonapartismo parecía a principios
de los años treinta como un poder basado
principalmente en la fuerza de sus ejércitos,
que confrontaba una oposición generalizada
y se encontraba dividido internamente. No
puede asumirse que existía una fuerza social
organizada, ya que el bonapartismo podría
haber sido derribado fácilmente del poder;
pero en la ausencia de esta fuerza, aún ten ía
la oportunidad de perfeccionar sus métodos
de dominación. Ahora era imposible que los
grupos bonapartistas se sometieran al liderazgo
de una personalidad, no había alternativa para
76 Aurelio Manrique y Antonio Diaz Soto y Gama se adhi·
rieron al Plan de Hermosillo en febrero de 1929. Ver
Historia Gráfica de la Revolución Mexicana, ver. 11. pp.
1923-1924.