xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

74 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA
la vida y de la propiedad son considerados como
los bienes más preciosos y necesarios para
un pueblo; y á fin de asegurar esos bienes, los
hombres de todas las naciones, se prestan fácilmente
á renunciar gran parte de su libertad
política y á sufrir, de los males los menores,
pagando á veces fuertes contribuciones.
Tan s610 donde el pueblo tiene el suficiente
espíritu público para resentirse del mal y dar
un auxilio vigoroso y oportuno á los agentes
de la justicia, es donde el gobierno puede ser
eficaz; y es enteramente cierto que ningun
gobierno será justo, econ6mico 6 eficaz, sino
donde la opinion general del pueblo exija que
lo sea. Los gobernantes son hombres; el uso
del poder desmoraliza fácilmente á los mejores
y más sabios, y ningun gobernante será por
mucho tiempo justo, empeñoso, honrado 6
respetable, si no siente y respeta la fuerza de
la indignacion pública; los malvados no temerán
las leyes, si no están seguros de que la
masa del pueblo exige que se les aplique pronta
y enérgicamente.
Más allá de las leyes y de toda autoridad,
debe descansar la creencia de que, en último
término, cada ciudadano tiene que defender
sus derechos propios. No se puede poner un
gendarme en la puerta de todas las casas. El
ladron no teme tanto en el fondo de su corazon
á la ley y al gobierno, como al brazo fuerte
y al valor del hombre á quien quiere robar.
Esto se ve todos los dias. Cuando algunos ciudadanos
llenos de espíritu público se proponen
defenderse á todo trance de los ataques
de los malhechores 6 de algunas gavillas que,
bajo un pretexto poi ítico, s610ejercen el robo
y el asesinato, los esfuerzos de los bandidos
se estrellan ante la impotente actitud de los
hombres de bien. Si falta el esp íritu público,
sucede todo lo contrario, y ya hemos visto
que dos 6 tres bandidos audaces infunden el
terror en poblaciones enteras.
Solamente donde la masa del pueblo se resiente
de las violaciones de la ley y del 6rden
y está pronta á auxiliar á la fuerza pública en
la persecucion y aprehension de los malvados,
es donde el gobierno libre ha asegurado su
existencia. Donde el pueblo es poco cuidadoso
y se somete fácilmente al mal, las leyes
caen pronto en descrédito, los derechos se
desconocen y reina el des6rden. De aquí se
sigue que en un país libre, los ciudadanos no
deben delegar á la policía el exclusivo deber
de mantener la paz y el 6rden: ellos deben
estar dispuestos en todo tiempo á auxiliar
con su aptitud, y si necesario fuere, con su
ayuda personal, á los agentes públicos, encargados
de la ejecucion de las leyes. Esto no
implica obligacion 6 derecho por parte de los
ciudadanos á hacerse justicia por sus propias
manos; ántes bien, deben insistir enérgicamente
en que los agentes públicos cumplan con su
deber y en el caso de que estos necesiten de su
ayuda, deben obrar bajo su autoridad.
v
DE ALGUNAS OTRAS FUNCIONES
DEL GOBIERNO
Las primeras y más importantes funciones de
un gobierno, como acabo de decirte en el capítulo
anterior, son conservar la paz y administrar
la justicia.
Vienen en seguida el ejército, la armada, la
policía, nuestras relaciones con el extranjero,
la guerra para rechazar al enemigo.