xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

F. DE PAULA MADRAZa MANUAL DE AOMINI5TRAcroN 1111 57
recida á la Mesta, fundada en la necesidad de
unirse para protegerse y favorecida con privilegios
que causaban grave daño á la agricultura.
El mas importante de estos era el que tenian
cuando estaban de viaje de aprovecharse
de ciertos prados que se llamaban boyales. Al
fomentar de esta manera el comercio, entorpecido
á la sazón por la inseguridad de los caminos
y por las exacciones que le abrumaban,
olvidábanse aquellos gobiernos de que el tráfico
no se sostiene sin producción. ni esta sin
respeto á la propiedad. Gozaban los carreteros
del derecho de soltar sus ganados en los
pastos comunes y tenian facultad para cortar
madera de los montes. El deseo de remover
los obstáculos que se oponían á los progresos
de la industria agrícola fué causa de la abolicion
de estos privilegios; sin embargo, conservan
algunos ya de tránsito, ya de pastos, como
la exencion de portazgos por los bueyes sueltos
que lleven para remudar, el paso por las cañadas,
caminos y veredas, el uso de los pastos
comunes de los pueblos, abrevaderos y demás
aprovechamientos de esta especie, exención
de impuestos que con varios titulas exigian los
particulares y corporaciones, y por último del
privilegio de no ser embargadas sus yuntas y
carretas para la conduccion de la sal y demás
efectos de la hacienda pública.
El ganado de cualquiera clase que sea no
puede vivir sin pastos. Es por tanto natural
tratar de los pastos des pues de habernos ocupado
del ganado. El aprovechamiento de pastos,
ya en terreno de propiedad particular, ya
en terreno del comun, es de mucha importancia
para todos los pueblos ganaderos, y ha dado
lugar á infinidad de pleitos y cuestiones que
se han decidido muchas veces por medio de
la fuerza. Se puede decir que nuestra legislacion
de pastos no estaba sujeta á principios
generales que abrazaran toda la monarqu ía.
Las leyes de este ramo se referian mas bien
á casos particulares: muchas no abrazaban á
todas las provincias, y en algunas partes se
reglan solamente por usos y costumbres locales.
Al tratar de reformar una legislacion tan
inconexa y tan heterogénea, que estaba en lazada
con las costumbres de cada una de las
provincias, parecia lo mas natural que se examinaran
antes todas las costumbres locales, su
orígen y la influencia mayor ó menor que su
abolicion podia tener en los progresos de la
industria ganadera. Pero tan deformes como
eran estas costumbres, fueron las disposiciones
dadas para reformarlas, y desde la ordenanza
de montes, hasta los decretos de 1834,
en todas descuellan desde luego dos ideas importantes:
1a. la libertad de la propiedad particular
y la libre facultad de disponer de ella
el propietario; 2a. la abolicion de los abusos
que se hallaban introducidos en los pueblos.
Pero al aplicar estos decretos á las cuestiones
sobre pastos la primera dificultad con que se
tropezó fué cuál seria la autoridad competente
para resolver en estas cuestiones, si la administrativa
ó la judicial, y se decidió que
siempre que se trate del exámen de títulos ó
documentos que deban graduarse por los principios
del derecho civil, corresponde á la autoridad
judicial; y siempre que se trate de derechos
de pastos fundados en ordenanzas ó
costumbres de policía agrícola, del aprovechamiento
de los disfrutes comunes que tienen
los pueblos ó del cumplimiento de las ordenanzas
que se hallan establecidas, corresponde
á la autoridad administrativa.
Respecto de los pastos en terrenos comunes
de los pueblos, tenemos un decreto de 30 de
noviembre de 1837 y otro de 17 de mayo de
1838. Al ocuparnos de la division territorial