xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

F. DE PAULA MADRAZD MANUAL DE ADMINISTRACIDN 1111 39
noche en celdas separadas y el trabajo cornun
de dia, pero con silencio; finalmente, el 40.
en separar á los presos de noche y de dia en
sus celdas respectivas, pero concediéndoles
la facultad de trabajar y aun excitándoles á
ello con ciertos premios. En favor y en contra
de cada uno de estos sistemas se han levantado
voces autorizadas y elocuentes, pero indudablemente
el que cuenta mas partidarios es el
de reclusion de noche y dia, conocido por
el sistema de Filadelfia.
La cuestion del trabajo en las prisiones es
sumamente importante. Segun el sistema establecido
en la mayor parte de IDS países,
acontece que las manufacturas de 105 presos
suelen venderse mas baratas que las demás,
resultando de aqu í un perjuicio notable á los
trabajadores libres, y la pérdida consiguiente
á las industrias que debieran fomentarse. En
alqunos países las reclamaciones de la industria
han sido tan fuertes que se han dado leyes
prohibiendo elaborar en las cárceles las manufacturas
que se despachaban en el país. Para
nosotros esta cuestion presenta una solución
fácil. La sociedad debe permitir á IDs presos
trabajar Ó debe mantenerlos. Oígase pues qué
es lo mas conveniente. A nuestro juicio es mas
provechoso á la industria que los presos trabajen.
que no el imponerte un gravámen directo
ó indirectD para contribuir á su manutencion.
La administracion, CDn la prudencia que debe
caracterizarla al tratar de establecer una industria
en una cárcel. deberá procurar que no perjudique
á las industrias que haya en aquel país,
como las perjudicaria vendiendo á menos precio,
Si fuera posible, seria lo mas conveniente
que el Estado destinase estas manufacturas á
su consumo, ocupando á los penados en trabajos
análogos á sus necesidades.
Presentemos ahora el carácter de nuestra
legislacion sobre esta materia y las disposiciones
legales que hay para la traslacion de los
reos de su casa á la cárcel y desde esta al presidio,
las reglas relativas al establecimiento y
disciplina de las cárceles, y por último las que
se refieren á los presidios así correccionales
como peninsulares ó de Africa. La traslacion
de IDs criminales está á cargo de los jueces ordinarios
de 105 pueblos. El alcalde del pueblo
donde se halla el criminal, debe remitirle al
mas inmediato; este lo hace al próximo, yasí
van los presos de justicia en justicia hasta llegar
al punto donde han sido destinados. Para
escoltar á los presos pueden pedi r los alcaldes
el auxilio del ejército, y cuando no puedan
servirse de él se valen de los vecinos honrados
Ó de las personas que les inspiren mas confianza.
Cuando 105 reos están ya sentenciados y es
necesario trasladarlos desde la cárcel á su destino
unas veces se encargan los alcaldes de
llevar á efecto esta traslación. y otras los gDbernadores.
Estos tránsitos de justicia deben
ser de tres leguas ó de cinco á lo mas. Reunidos
en la capital de la provincia los reos condenados
á presidio, el qobernador los hace
conducir al presidio mas inmediatD. Esta CDnduccion
se hace en ID que se llama cuerda
de presidiarios, que la constituyen cincuenta
Ó cien personas que van atadas unas con
otras. La ley fija para la custodia el número
de un soldado para cada diez hombres. Cuando
un presidiario cae enfermo se le proporciona un
bagaje para que no se separe de la cuerda;
pero si la enfermedad es grave, se le entrega al
hospital del pueblo donde se encuentre, y si
no hay hospital, al mismo alcalde bajo de
recibo.
Los gastos que estas conducciones de presos
originan deben pagarse por el presupuesto
general de presidios, y el qobernador, como
subdelegadD de este ramo en su respectiva