xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

50 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA
Ponemos término á esta materia, que reclama
mas espacio del que le podemos consagrar,
insistiendo en que la navegacion fluvial es uno
de los medios mas poderosos de fomentar la
riqueza pública. La agricultura principalmente
necesita vias de comunicacion económicas;
porque sus productos, destinados al consumo
general, contienen poco valor en mucho volúmeno
Estas vias solo puede encontrarlas en los
canales que representan el elemento económico,
así como los ferro-carriles representan el
elemento velocidad. Estos canales, á semejanza
de todas las demás vias de trasporte, están
bajo la dependencia inmediata de la administracion.
XVII
DE LOS MONTES
Los montes tienen un enlace íntimo y necesario
con las aguas, porque sin montes, puede
decirse que no hay aguas, así como sin ellas
no pueden crecer los árboles y las plantas. La
sociedad entera está interesada en la replantacion
progresiva y en el entretenimiento de los
arbolados que proporcionan las maderas necesarias
para la construccion y reparación de los
edificios, que suministran las leñas y carbones
indispensables para los usos de la vida, que
son los conductores naturales de las lluvias,
que alimentan la vegetacion y aseguran las
cosechas, que ofrecen sombra y frescura á los
viajeros fatigados, y que en fin hacen habitables
los campos, desiertos cuando no gozan de
este beneficio.
Nuestra legislacion sobre montes ha sido
muy varia y contradictoria. La primera ley
que se encuentra en nuestros códigos prote
giendo el arbolado es una pragmática de los
reyes Católicos, dada en Burgos el año 1416;
siguieron á esta otras prohibiendo las talas y
descepas y señalando reglas para las cortas.
En los reinados sucesivos se dictaron otras
providencias, estériles en su mayor parte, porque
mas bien contenian quejas contra los dañadores
de los montes que preceptos oportunos
para el fomento del arbolado, hasta que
Felipe V dictó varias leyes fomentando los
plantíos generales en todos los montes, dehesas
y baldíos pertenecientes á la Corona, y
otorgando varios privilegios al Consejo de guerra
y á la Junta de armadas con respecto á
aquellos cuyas maderas sirviesen para la construccion
naval. Siguióle en este camino Fernando
VI, y por fin las Córtes de Cádiz sustituyeron
al espíritu reglamentario de nuestras
antiguas leyes el principio absoluto de la libertad,
y reservando al gobierno solamente la
administracion de los montes del Estado, dejaron
los de propiedad comun á entera disposicion
de los ayuntamientos y diputaciones
provinciales y los de dominio privado exentos
de toda traba. Esta libertad, casi omn ímoda,
produjo graves abusos que hubieran producido
la devastacion de todos los montes de los
pueblos, si el gobierno no hubiera procurado
poner coto á estos excesos, prohibiendo á los
ayuntamientos hacer descuajes, rompimientos,
ni corta alguna sin su autorizacion.
Conocido el espíritu de la legislacion vigente
sobre esta materia, creemos excusado indicar
que se llaman montes todos los terrenos
cubiertos de árboles á propósito para la construccion
naval ó civil, carboneo y demás necesidades,
ya sean montes altos, bajos, bosques,
sotos, plantíos Ó matorrales de toda especie.
Divídense en montes del Estado, montes de
los pueblos y corporaciones, y montes de particulares.
Pertenecen á la primera categoría