xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

228 REVISTA DE ADMINISTRACION PUBLICA
10. En Francia, cuando un ministro obra en
virtud de facultades propias que le confiere la
ley ó que obtiene por delegacion, se apela de
sus sentencias al consejo de estado: consulta
este, y el rey resuelve aprobando ó desaprobando
el fallo del ministro, quien á su vez tiene
que firmar el decreto ó hacer renuncia de
su cargo. Lo cual establece verdaderamente
dos instancias para ciertos y determinados
asuntos que no han podido tener la primera
en las provincias, Ó por su naturaleza de ser
nacionales, de grande interés, ó por su índole
particular.
11. En otra ocasion nos hemos lamentado
de que las diputaciones provinciales resuelvan,
sin ulterior recurso, asuntos que merecen, Ó
mas bien que exigen, una segunda instancia; y
de que, abusando de esta inícua facultad, ejerzan
un despotismo tanto mas insoportable
cuanto es menos ilustrado. Ahora, en este lugar,
clamamos contra la tiranía ministerial que
ni aun.tiene, como ha tenido siempre en España,
el freno de cuerpos consultivos numerosos
y respetables que ilustraban la razon del ministro
ó la conciencia del monarca. En este
particular todo lo hemos destruido sin haber
fundado nada. El establecimiento de los tribunales
administrativos de primera y de segunda
instancia, ó sea los consejos de provincia y de
estado, son un verdadero progreso: son instituciones
extraordinariamente liberales que deseariamos
ver planteadas cuanto ántes yarraigadas
en nuestro pais.
12. El rey nombra y separa libremente los
ministros; entendiéndose siempre que esta
libertad del rey, absoluta, ilimitada segun la
constitucion, está muy restringida rnoralmente,
como lo estan en la sociedad todas nuestras
libertades, cualquiera que sea el puesto que en
ella ocupemos.
13. Debe, pues, el rey escoger para ministros
consumados hombres de estado; que al
propio tiempo sean especiales en su ramo; que,
por lo general, pertenezcan á la mayoría de
los cuerpos colegisladores; que posean en alto
grado el don de la palabra; que se hayan distinguido
por sus escritos, por sus servicios al
pais, por su amor á las instituciones; hombres,
en fin, colocados por sus virtudes y talento en
los puntos culminantes de la esfera social y
poi ítica.
14. El rey nombra los ministros individualmente;
pero ántes de verificar los nombramientos
debe procurar que las personas en
quienes piensa depositar su confianza se avengan
hasta el punto de formar ministerio: esto
es, que tengan un mismo pensamiento político,
un mismo modo de ver en lo esencial; y
que acepten franca y lealmente la responsabi­
1idad solidaria de sus principios y de sus actos.
15. Cosa esencial es tambien para la existencia
de un ministerio en las monarqu ías verdaderamente
constitucionales el nombramiento
de presidente del consejo. Presidiendo este,
Ó el rey, el consejo de ministros delibera acerca
de los asuntos graves, ya generales, ya especiales:
tales como las dificultades que presenta
la legislacion, ó las circunstancias, y medios de
vencerlas dictando medidas acertadas, justas y
vigorosas, Ó proponiendo leyes nuevas á los
cuerpos colegisladores; lo relativo á la seguridad
del estado, á lo exterior, y su tranquilidad
interior; y el mantenimiento de todas las prerogativas
de la corona, Ó facultades del poder
ejecutivo.
El consejo de ministros, cuando delibera
fuera de la presencia del rey, no puede resolver
sino proyectos, planes: jamás decisiones
que acto continuo adquieran calidad de ejecu-