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F. DE PAULA MADRAZD MANUAL DE ADMINISTRACION 1111 31
que influyen en la administracion local, en
la provincial yen la general del país eligiendo
las personas que han de representarlos en el
municipio, en la diputacion y en las Cortes,
nos parece oportuno presentar aqu í los principios
y reglas generales que deben presidir á
las elecciones.
No puede ser objeto de este libro, si se debe
reconocer como principio el derecho general
innato en todos los hombres que forman parte
de la sociedad de concurrir al nombramiento
de sus representantes; ni si la sociedad le tiene
tambien de restringir esta facultad de todos
los individuos y modificarla segun las circunstancias.
Tampoco debemos ocuparnos de otras
cuestiones importantes en el derecho electoral,
como, por ejemplo, de si la eleccion directa es
como creemos el mejor entre todos los sistemas,
y la eleccion por provincias es preferible
á la eleccion por partidos. Lo que á nosotros
nos corresponde investigar es hasta dónde alcanza
la intervencion que la administracion
debe tener en las elecciones del país. La administracion,
reguladora de todos los movímientos
de la sociedad y encargada de ejecutar
las leyes, lo está tambien de evitar todo lo que
impida la libre emision de los votos, todo lo
que tienda á turbar el órden en las elecciones,
todo lo que haga que no se manifieste en ellas
libremente la opinion del país. Para conseguir
estos resultados el gobierno debe influir en las
elecciones, pero su influencia debe ser únicamente
moral, haciendo uso de la superioridad
que le da su posiciono Cuando el gobierno se
encierra dentro de sus límites, cumple con su
mision y contribuye al juego regular y ordenado
de la máquina constitucional; mas cuando
por el contrario pretende ejercer en las elec·
ciones una influencia material mas bien que
moral, cuando se vale de la fuerza que le da la
ley para convertirla en provecho de sus indio
viduos y volverla contra la sociedad, traspasa
sus atribuciones, se sale de la órbita legal y
altera y destruye todas las reglas de buena administracion
y de buen gobierno. No se crea,
sin embargo, que opinamos que mientras se
verifica el movimiento electoral el gobierno
debe permanecer dormido y mano sobre mano,
viendo impasible á la sociedad marchar en
sentidos opuestos, agitada por las pasiones y
arrastrada por los partidos. Natural es que
cuando todos estos intereses se agitan en las
elecciones, que cuando todos tienen representacion
en ellas, el interés social representado
por el gobierno tenga tambien quien vuelva
por sus derechos. El gobierno por tanto tiene
el deber de ocuparse de un acto tan importante,
pero necesita hacerlo con gran circunspeccion
y con exquisito tino, como el que marcha
por un camino sumamente estrecho colocado
en medio de dos abismos, y le son necesarias
mucha prudencia y cordura para no caer en
ninguno de ellos.
En el momento de escribir este Manual no
tenemos todavía la ley electoral por que se
han de elegir las Cortes en lo sucesivo. Prescindiremos
pues de las categorías en que podrá
dividir la ley las personas que tengan derecho
electoral, y descendiendo á los pormenores de
las elecciones empecemos por la formacion
de las listas. Estas se hallan encargadas á las
diputaciones provinciales. Este derecho en
buenos principios no puede disputársele, y si
es verdad que algunas veces podrán abusar de
él, tambien lo es que en manos del gobierno
seria el abuso mas temible y de mas funestas
consecuencias. Las listas deben estar expuestas
al público 15 dias antes de verificarse la
eleccion y todos los años desde ello. al 15
de julio. En estos dias los electores tienen el