xx - Instituto Nacional de Administración Pública, AC

92 REVISTA DE AOMINISTRACION PUBLICA
al trabajo de defenderse por sí mismo de sus
agresores y de custodiar sus riquezas contra
los ladrones.
Esta defensa general de la vida y de la propiedad
de todos los habitantes de un país está
encomendada al gobierno; de aquí resulta que
cuando un gobierno decreta impuestos y no
defiende ni la vida ni la propiedad de los ciudadanos,
falta á sus deberes y priva injustamente
á los contribuyentes de una parte de
sus bienes.
El gobierno libre es el mejor, porque bajo
él el pueblo constantemente mantiene el derecho
de exigir la responsabilidad y de obligar
á sus empleados á que llenen sus deberes y á
administrar económicamente las rentas públicas
y en caso de falta removerlos, sustituyéndolos
con otros hombres honrados y capaces.
Delegamos al gobierno, ya sea al gobierno
Federal, al de nuestro Estado ó á nuestro
Ayuntamiento, algunos otros deberes, fuera
de los que consisten en proteger nuestra vida
y nuestra propiedad segun lo hemos dicho
ántes, tales como la conduccion de la correspondencia,
la construccion y reparacion de
los caminos, la medicion y venta de los terrenos
baldíos, las mejoras de los puertos, etc.
Para erogar el gusto que importan estas empresas
de utilidad comun, debemos pagar tarnbien
una contribucion general, que impropiamente
se llama impuesto. En efecto, es una
asignacion ·á cada persona por los beneficios
de que participa por esas mejoras, lo que en
realidad quiere decir, que cambia por dinero
una utilidad que consigue. Muchas cosas de
las que así delegamos al gobierno, podrian ser
hechas más bien y administradas mejor por
empresas particulares.
Pero todas las contribuciones impuestas
para erogar los gastos de conservar la paz, proteger
la vida y la propiedad, administrar justicia,
y castigar el crímen, seria una pérdida en
nuestros bienes. Se toman de la riqueza ó de
las econom ías acumuladas de una nacion y se
disipan. Si todos los hombres fuesen honrados,
pacíficos y justos, no habria necesidad del gobierno,
no tendriamos que pagar contribuciones;
y en consecuencia, habria mayor riqueza
y, por lo mismo, mayor suma de comodidad y
de goces en el mundo: de aqu í resulta, que
aun suponiendo que el gobierno sea un mal,
como no es posible que todos los hombres
sean honrados, pacíficos y justos, es preferible
el gobierno, á todas las consecuencias funestas
que tendriamos que sufrir si no existiese,
porque entónces el bandido, el ladron, el asesino,
el estafador y todo hombre malo vivirian
á costa de los hombres honrados.
De aquí la importancia, la necesidad de que
todos seamos buenos ciudadanos, justos con
nuestros prójimos y honrados en todas nuestras
acciones: de aqu í tambien la importancia
de la enseñanza universal que tiende á una
conducta virtuosa; de leyes justas, iguales y
estables que obliguen á los hombres á practicar
el bien, removiendo de su camino las tentaciones
de portarse mal. Puede decirse, en
atencion á lo expuesto, que las contribuciones
son las penas del vicio, de la ignorancia y, más
que todo, del egoismo.
Ahora bien; los impuestos son directos ó
indirectos, los primeros son los que se recaudan
directamente del consumidor, los segundos
los que paga el productor, como intermediario,
pero que en realidad paga siempre el
consumidor, en virtud del mayor precio que
por razon de ellos tienen los efectos. Esto sig-