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F. DE PAULA MADRAZa MANUAL DE ADMINISTRACION IIII 53
baros sus medios de existencia, y tanto duró
este arte primitivo, cuanto tardó el trabajo en
beneficiar las tierras por medio del cultivo.
Desde entonces se convirtió en oficio para
algunos y en diversion para otros. Subió de
punto su importancia en tiempo de los Vis igodos,
cuyas costumbres guerreras se alimentaban
con ejercicios de valor y destreza; pero
mas tarde, cuando los hábitos pacíficos de la
industria sucedieron al estrépito de las armas,
fué decayendo su interés segun la diversa condicion
de los siglos. Reducida pues á un género
de industria para ciertas gentes y á una diversion
para la mayor parte, en este estado
debemos considerarla.
Examinemos pues cuáles son los deberes y
las obligaciones de la administracion respecto
de la caza.
La administracion debe fijar las reglas de
este aprovechamiento, para evitar que la indiscreta
codicia de algunos, queriendo hacerle
producir demasiado, destruya completamente
este importante ramo de industria. Como por
otra parte hay animales cuya caza y destruccion
es siempre provechosa para los progresos
de la agricultura y de la ganadería, conviene á
la administracion fomentarla y protegerla; y
finalmente, como al ejercer este arte pueden
las personas causar daños á las propiedades
particulares, la administracion debe ponerlas
al abrigo de los perjuicios que los cazadores
puedan ocasionarlas atravesando las heredades
por oficio ó por diversion. Las leyes de Partida
reconocieron la ocupacion como título legítimo
de adquirir respecto de la caza, pero
decretos posteriores variaron el título de adquisicion.
Por uno de 1854 se dividen en tres
clases todas las tierras, de propiedad particular,
de propios que están arrendados y que no
lo están, y de baldíos. En las de propiedad
particular puede cazar el dueño con entera
libertad y puede ceder este derecho á otros.
En los bienes de propios, disponen de ellos los
pueblos como sus verdaderos dueños, y además
el gobernador puede dar licencias para cazar
previo el precio que se fija en la ley. En los
terrenos baldíos se prohibe cazar en ciertas
épocas para evitar el exterminio de la caza.
Este derecho de la caza tiene sin embargo algunas
limitaciones, ya en favor de las personas,
ya de la propiedad particular. En favor de las
personas determina la ley que no se permita
cazar á 500 varas de la poblacion, que no se
pongan trampas ni armadijos en terrenos abiertos
y que no se puedan poner en los cerrados,
á no ser que el dueño de la heredad ponga alguna
señal en la inmediacion por donde se
conozca. En favor de la propiedad particular
establece otra Iimitacion, no permitiendo cazar
las palomas de los palomares sino á distancia
de mil varas del palomar; pero en los meses
de octubre y noviembre y desde 15 de junio
hasta el 15 de agosto, en cuyas épocas deben
estar encerradas para evitar el daño que causan
en la sementera y en las cosechas, es libre
cada uno de tirar á las palomas fuera del pueblo
aun dentro de las miI varas.
La caza de los animales dañinos no solo se
declara libre sino que se estimula con premios,
concediéndose 40 reales por cada lobo, 60 por
cada loba, y 80 reales si está preñada, 20 reales
por cada lobezno, la mitad respectivamente
por cada zorro, zorra ó zorrillo, y la 4a. parte
por las garduñas y demás animales menores.
Mas importante que la caza, porque es uno
de los ramos de industria de consecuencias
mas úti les para el pa ís, es la pesca. La pesca se
divide en dos clases, pesca de aguas dulces y