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MATERIALES PARA UNA NUEVA AGENDAla historia y con él construir futuro. Frente al historicismo que cree posible resucitarla tradición, Benjamin piensa la tradición como una herencia pero no acumulableni patrimonial sino radicalmente ambigua en su valor y en permanente disputapor su apropiación, reinterpretada y reinterpretable, atravesada y sacudida por loscambios y en conflicto permanente con las inercias de cada época. La memoriaque se hace cargo de la tradición no es la que nos traslada a un tiempo inmóvil sinola que hace presente un pasado que nos desestabiliza.La imbricación de los movimientos de desposesión económica en los dedes- (y re-) organización de la temporalidad y la cultura cotidiana, se nos hacemetáfora aun más densa de la experiencia del movimiento piquetero de Jujuy: “Elpiquete es más que un lugar donde se va a protestar. Es un espacio pero también eltiempo que reemplaza al del trabajo” (Da Silva Catela, 2003: 123-144). Y entonces eltiempo del piquete no es el de la desocupación, el del vacío que deja el sin-trabajo,sino un tiempo-otro, un tiempo-acción de solidaridad y apoyo mutuo, de compartirtristezas y organizar protestas, un tiempo para recrear pertenencias y revivir valorescolectivos, para construir símbolos horizontales y quebrar jerarquías, parallenar de movimiento un presente aparentemente inmóvil y retejer memorias dedesaparecidos y antepasados: los que lucharon en el cordobazo o las puebladas.Cómo vimos, N. Lechner afina su análisis potenciando nuestras metáforas:la sociedad no soporta ni un presente sin un mínimo horizonte de futuro ni unfuturo completamente abierto, esto es, sin hitos que lo demarquen, lo delimiteny jalonen, pues no es posible que todo sea posible. Y es entonces que la dolorosaexperiencia compartida en la oclusión político-cultural producida por la hiperinflaciónargentina, o la gozosa experiencia de apertura de futuro operada por lareapropiación simbólico-política del movimiento indígena ecuatoriano, necesitanser leídas más allá de su significación inmediata, esto es, en sus efectos de sentidoa largo plazo, esos que acotan el devenir social exigiéndonos una lectura no linealni progresiva sino un desciframiento de sus modos de durar, de sus tenaces lentitudesy de sus subterráneas permanencias, de sus súbitos estallidos y sus inesperadasreapariciones, de “la persistencia de estratos profundos de la memoria colectivasacados a la superficie por las bruscas alteraciones del tejido social que la propiaaceleración modernizadora comporta” (Marramao, 1989).Cuando el espacio de la calle cambia de signo en varios sentidosDespués de que la televisión invadiera la política en nuestros países hasta descentrarlade su lugar tradicional, calles y plazas, los últimos años han visto a la protestapolítica de todo signo retornar a la calle, desde las grandes manifestaciones antisecuestroen Colombia, y los cacerolazos argentinos, hasta las “largas” marchasvenezolanas, pasando por las gigantescas multitudes anti-guerra que han tejido unanueva figura de sociedad mundial, un novísimo modo de estar-juntos-en-el-mundo.136

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