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LA IZQUIERDA EVANESCENTE: MONSIVÁIS, MONTEMAYOR, ECHEVERRÍApolítica, 4 Monsiváis lleva a cabo una verdadera transformación en las formas deanalizar los movimientos sociales. Cuando Monsiváis (1970: 18) observa que “[l]o inexplicable de lo sucedido en la Plaza de las Tres Culturas, es lo explicable dela necesidad de dominio de una clase en el poder”, el libro se erige necesariamentecomo un estudio de esa clase en específico. Por ello, las páginas de apertura se interesanpor “[l]a dimensión contemporánea [que] se ve estimulada a contrario sensupor las nuevas subculturas y, de modo afirmativo, por el estallido que deposita encada hogar automóviles y refrigeradores” (1970: 15). El libro, de esta manera sepuede definir como “el retrato de la burguesía [que] incluye sus pretensiones y susincertidumbres” (Idem.). Por ello, el camp y las constantes referencias a la culturade masas son mucho más que una estrategia retórica para contrarrestar al Estadoo que el ingreso triunfal de lo popular en la esfera de lo letrado.Los elementos de cultura popular y mediática intercalados en el libro son,dentro del esquema general, fundamentales para entender lo multidimensional delimaginario de la misma clase media que borra de su memoria la reciente masacre.Monsiváis, en este sentido, identifica el camp en varios frentes. En la representaciónhecha en el libro, el camp se encuentra tanto dentro de los rituales del nacionalismoconsolidados hacia adentro de la ideología priista, pero que para finales de los añossesenta ya son parte del imaginario cotidiano, como en las pretensiones sociales dela nueva burguesía arribista, producto de la ola modernizadora alemanista:El Camp Inconsciente (en México el mayoritario) posee como elementos básicos el fracasode la seriedad, la desmesura y la carga de abrumadora sinceridad que contiene. Son lospoetas de provincia, los declamadores, los oradores de las fiestas de quince años, los gruposde ballet prehispánico, los escritos literarios de los funcionarios públicos, los vestidoselegantes de la clase media, los retratos de la esposa y de la hija mayor del nuevo ricorealizados por pintores jaliscienses, las entrevistas con las estrellas del cine nacional, lasdeclaraciones a propósito de la moral de parte de ex-funcionarios, los espectáculos folklóricospara visitantes eminentes y las campañas contra la pornografía. El Camp Inconscientereprime, hostiga, excita, ocupa y finalmente neutraliza nuestra capacidad de indignación,mientras estimula nuestra aptitud para el asombro. (1970: 177)Poco más adelante, Monsiváis completa el cuadro:En la vastedad del Camp Mexicano hay el eco o el residuo de una confesión autocrítica2764 Además de esto, el partido seguía estancado en los mismos debates de siempre. En un documento presentado por el entonces presidente delpartido, Arnoldo Martínez Verdugo, se observa que en 1971 el movimiento comunista seguía preocupado por problemas que se remontaban a losaños cuarenta (Martínez Verdugo, 1985: 336). José Luis Concheiro los resume en tres puntos: “1) La falta de tradición teórica del movimientoobrero y revolucionario [algo que suena absurdo si uno considera la enorme cantidad de escritos políticos producidos por la militancia del pcm alo largo de su historia]; 2) El dogmatismo [que regresa a los cuadros después de la represión del 68] y 3) Las acciones divisionistas y ‘las prácticasantidemocráticas y formas despóticas de dirección’, que existieron en el pcm” (Martínez Verdugo, n.d.: 336). Es importante enfatizar esto porquela recurrencia de los mismos problemas en el seno del comunismo mexicano permite ver por qué el trabajo de Monsiváis representa un cambio tanimportante en la izquierda de los setenta.

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