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IGNACIO M. SÁNCHEZ PRADOcambio, Echeverría cambia el énfasis al valor de uso, argumentando que para laformulación de una política contra el capitalismo es esencial entender los mecanismosde “socialidad” que exceden al valor de cambio, al trabajo y a la producción.O, como lo plantea el propio Echeverría (1998: 172): “Dar forma a la socialidadimplica, por tanto, instaurar —más allá del acoplamiento puramente natural— uncompromiso, un equilibrio siempre inestable entre un sistema definido de necesidadesde disfrute y un sistema definido de capacidades de trabajo.”En el contexto del marxismo en México, esta formulación tiene como consecuenciala posibilidad de elaborar un lenguaje en el cual es posible articular las relacionesde Latinoamérica con el problema del capitalismo y la modernidad desdelas específicas articulaciones históricas y prácticas materiales que la componen. Deaquí que el libro donde Echeverría desarrolla el corazón de sus argumentos sea Lamodernidad de lo barroco (1998), en el cual esta categoría se vuelve definitoria del ethosentre los sujetos latinoamericanos y el capitalismo. Echeverría (1998: 11) planteaasí al barroco como un “modo de vivir” enmarcado en un “fenómeno específico dela historia cultural moderna”. Lo que distingue al barroco de los otros ethe identificadospor Echeverría 8 radica en su capacidad de manifestar “en el plano profundode la vida cultural, la incongruencia de [la] modernidad [capitalista], la posibilidady urgencia de una modernidad alternativa” (1998: 15). Si los cuatro ethe son formasde “hacer ‘vivible’ algo que básicamente no lo es: la actualización capitalista de lasposibilidades abiertas por la modernidad”, el barroco tiene interés en particular enla medida en que afirma “la posibilidad de restaurar [la forma natural de la vida]como ‘forma natural’ de la vida reprimida, explotada, derrotada” (1998: 15). Por“forma natural”, Echeverría habla de aquellos elementos vitales que exceden elcírculo del trabajo y la producción capitalistas encapsulados en la noción de “valorde cambio” (que en su obra se presenta simplemente como “valor”) a favor deaquellos elementos de la praxis social que radican en simbolizaciones culturalesenglobadas alrededor del “valor de uso”.Esta conceptualización coloca a Echeverría en distintas líneas del pensamientocultural mexicano y latinoamericano. Por un lado se encuentra en uncampo de sentido cercano al desarrollado, en literatura, por figuras como JoséLezama Lima, quien planteó la idea del barroco como “expresión americana”.Esto implica, como ha enfatizado Mabel Moraña (2005: 266), que el barroco noes un ataque a las fundaciones de la modernidad sino un “performative exposé” desus mecanismos. De esta manera, Echeverría no entra del todo en el paradigmarevolucionario del marxismo latinoamericano más tradicional, al no centrar suanálisis directamente a la crítica de la economía política o a la imaginación dela alternativa revolucionaria (Arriarán, 2007). Más bien, pertenece a una línea8 Que serían clásico, romántico y realista. Echeverría no alcanzó a desarrollar estos ethe con el mismo detalle que el barroco. Sin embargo, unabuena descripción de los cuatro y sus interacciones es desarrollada por Gandler (2007: 409).281

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