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ANGELA MARINO SEGURAen el estribo tampoco es el negro brillante de la bota de la dictadura militar yautoritaria. Éstos no son los trajes típicos. La imagen de Florentino en el cartelse parece más a la de un trovador que viaja con una guitarra colgada al hombro,cabalga sólo con una mantilla tradicional y sombrero de vaquero llanero, y tienerasgos faciales afroindígenas pronunciados y el color de su piel visiblementemarrón, diferente a los rasgos de “catire” (rubio) y del papel que tiene Florentinoen la historia de Torrealba. 23 Las imágenes de Santiago Matamoros y San Jaimeel matadragones personifican la blanca y heroica figura de la Iglesia/Estado enla silla de cabalgar. Lo que vemos en la imagen del cartel es que ésta se apropiadel llanero-catire-Florentino y del indio-afrodescendiente-soldado de Maisanta.Como señala Taylor (Idem.), en un escenario la encarnación es a menudo el mediopara realizar un “enmascaramiento cultural y [un] reposicionamiento estratégico”.El cuerpo no convencional del Chávez cabalgando el caballo blanco delpoder estatal es un indicio importante de que el escenario del dominio colonialha sido interrumpido.Susan Sontag (1970: 4, 16) sugiere que “el cartel-objeto en sí mismo puedeser visto como una especie de teatro visual instantáneo en la calle”, o “una citade la vida”. Pero además no sólo el cartel lleva dentro suyo un escenario, tambiénse juega en este “teatro visual” afirmando su transitoriedad y la del cambianteentorno callejero, y afirmando a la vez el arte en movimiento de las formas teatrales.Con base en esta distinción, el cartel apunta a dos recuerdos simbólicos delpoder (dominador y libertador) dentro del marco del cartel mismo y, como GarcíaCanclini (1989: 204) plantea, señala un “camino de reformulación” crucial paracomprender el funcionamiento de las formas populares. A través de esta doblefunción, ¿es posible detectar en el cartel dónde termina la liberación y dónde comienzala dominación? Los escenarios han cambiando por su distorsión, y ahora,¿hacia dónde se desarrolla? ¿Hay algo que podamos o debamos preservar de esecamino de (re)formulación? Así pues, la pregunta no es sólo sobre la construccióndel marco —del conjunto de estructuras que se formulen y que nos permitancongelar el evento como material preservado—sino también sobre si ese marco eslo suficientemente flexible como para soportar las articulaciones dobles y la transiciónque invocan figuras como el diablo y el jinete. ¿Qué podemos decir entoncesde los límites del escenario colonial, donde el Santo conquistador no puede ir, peroque no obstante Chávez logra apropiarse exitosamente?Lo que podemos determinar mediante estos performances es que la campañareactiva múltiples escenarios del pasado, y sin embargo altera su significadooriginario mediante cambios estratégicos en la encarnación de los roles. Esto sehace expreso en la afirmación hecha por un crítico de la campaña, que la consideracomo un “delirio que confunde y entrecruza narraciones de Bolívar, Santa23 En su programa de televisión Aló Presidente, Chávez frecuentemente se ha referido a él mismo como hombre mestizo, exclamando en una ocasión:“¡Mira a mi pelo, mira mis labios! Es obvio que tengo raíces indígenas y africanas” (Scruggs, 2007).225

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