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LOS ESPECTROS LATINOAMERICANOSlo general de aquellos mismos que no dudaron en aliarse con lo más rancio de esemismo populismo que hoy denuestan.Dentro de la tendencia, cada vez más dominante, a globalizar la mirada dela sociedad contemporánea, es decir, a despejar las diferencias y las diversidades ennombre de una universalidad abstracta y neutralizadora, lo que emergió con fuerzaen nuestro continente es, por un lado, la aterrorizada perspectiva que hoy atraviesael discurso de las clases dominantes ante el regreso, travestido, de un populismo queamenaza con desviar a Latinoamérica de su cabal entrada en el concierto de lasnaciones de un mundo que sólo progresa allí donde abandona raudamente cualquierreferencia a antiguallas ideológicas que lo vinculan, todavía y desgraciadamentesiempre siguiendo esta mirada cargada de prejuicios y reduccionista, con estatismos,nacionalismos, igualitarismos completamente fuera de moda y de época. Loque antes, en otra etapa de la historia, llevaba el nombre fantasmal de comunismosubversivo se ha convertido, ahora, en otra forma espectral llamada “populismo”.Salvando la tan alabada seriedad con la que la Convergencia chilena ha llevado adelantela transición post-pinochetista sin variar en lo sustancial su política económica(eje de los permanentes elogios de la prensa internacional y de las corrientes liberaleslatinoamericanas que suelen utilizar a los serios y ordenados socialistas chilenoscomo ejemplo a seguir allí donde lo que amenaza es el estatismo populista y lasnacionalizaciones retrógradas anunciadas por los nuevos exponentes de una antiguapeste que infectó en otros momentos a muchos de nuestros países) o el reconocimientode la mesura que mostró Lula al abandonar su inicial programa de gobiernopara optar por un acomodamiento al establishment, unido al giro cuasi conservadorde Tabaré Vázquez, el resto de los procesos desplegados en los últimos años caen,permanentemente, bajo la recurrente crítica de abandonar las genuinas políticas deapertura al mercado mundial y de desviarse de los fundamentos republicanos apelandoa caudillismos añejos que nos retrotraerían a lo peor del pasado continental.Extraño giro ideológico en el que se expresa, sin embargo, la permanencia deun prejuicio y la simplificación brutal de la historia que suele aparecer en los discursosde la derecha contemporánea acompañada, en la actual coyuntura, por cierto progresismoinclinado cada vez más hacia una retórica legalista vaciada de todo contenidosocial y político. 4 Será más que interesante volver sobre el debate o su carencia en torno744 En la Argentina ese proceso de captura del discurso progresista por parte de la continuidad neoliberal se dio bajo el gobierno de la Alianza que,supuestamente, venía para desmontar los horrores causados por el menemismo. Su discurso giró con exclusividad alrededor de la retórica republicana,haciendo hincapié en la lucha contra la corrupción mientras dejaba intocada la política económica implementada por Cavallo durante la década delos noventa. Mientras se afirmaba una supuesta refundación “ética” de las instituciones se aceptaba acríticamente la inexorabilidad de la economía demercado y los costos sociales que se debían pagar, asociando todo eso con una profunda y decisiva despolitización de la propia tradición progresistaque creyó que era posible refundar la política desde un set de televisión y plegándose a la lógica de la sociedad del espectáculo. Creyendo que la historiaya estaba saldada y clausurada y que los nuevos aires de época venían a demostrar lo inmodificable de una realidad impiadosa, los progresistas fueronasumiendo casi sin darse cuenta los usos y las costumbres del neoliberalismo. Una perturbadora transformación cultural que acompañó los cambiosestructurales de la economía y de la sociedad fue naturalizando los valores de una ideología que parecía dominar la totalidad de la escena histórica. Unade sus primeras víctimas fue el progresismo que, travestismos de por medio, terminó asociándose, como había sucedido con gran parte de la socialdemocraciaeuropea, a las corrientes conservadoras. En la actualidad latinoamericana es común ver cómo muchos de los antiguos progresistas de los noventase han convertido en furiosos adversarios de los procesos populares que se han abierto en varios de los países del continente.

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