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MARC ZIMMERMAN / LUIS OCHOA BILBAOestos nuevos giros hacia la izquierda, que tememos lo peor de ellos, presintiendoque los movimientos sociales que ayudaron a emerger y que vieron capitalizarserán traicionados y que esos nuevos giros hacia la izquierda terminen siendoilusorios y decepcionantes, como los viejos giros hacia la izquierda en el pasado?Por tanto, el discurso entre aquellos como nosotros que practicamos unaversión u otra de los estudios culturales se ha enfocado considerablemente en laspreguntas sobre la sociedad civil, los movimientos sociales y las divergencias yconvergencias subalternas en relación con lo que alegremente referimos como ladeclinación de los estados nacionales. Ahora, con personajes deslumbrantes comoChávez, Morales, Lula y otros nos vemos obligados a preguntarnos por la relaciónentre los gobiernos y su base social. En este sentido, ¿en qué grado ellos representano no lo que Negri y Hardt han definido y desarrollado como multitud o lo queLaclau llama el pueblo? ¿En qué grado están los del sector cultural respondiendo alos giros a la izquierda en función de una lógica que es negri-hardtiana, laclaunianau otra en la constitución de oposiciones o movimientos populares? ¿Acaso losnuevos líderes los representan a ellos, o no? ¿En qué grado los nuevos giros a laizquierda enarbolarán o traicionarán al sujeto/objeto post-proletario, que somoscapaces de mencionar sin especificar qué es “el pueblo” o la multitud?Para nosotros, y muchos más, la caracterización que hizo Jorge Castañeda(2006) de las dos izquierdas latinoamericanas nos dejaron grandes y resplandecientesinterrogantes. Parece que hay algo de verdad en lo que tenemos que decir,al menos para quienes deseamos aferrarnos a la libertad, así como la igualdad,fraternidad o solidaridad, siguiendo la modificación que hiciera Benjamín Arditien esa tríada de términos. Y, por supuesto, con la condición de ser escépticos,burgueses, o por lo menos revisionistas pusilánimes.Todo esto nos hace recordar un momento anterior cuando leíamos el poemade Mario Benedetti, lamentándose del colapso de la Unión Soviética y su efectonegativo en las luchas de liberación latinoamericanas. Es cierto, escribió, que el régimensoviético era terrible, pero nosotros en Latinoamérica no experimentamos lasencarcelaciones, los gulags, los cargos ficticios, y el terror que alcanzaba a las familiasy a aquellos otros forzados al silencio. Leyendo el poema, uno piensa que no se tieneque ir a Siberia para saber acerca del tío Josef (Stalin) y sus sobrinos. Por supuesto,Benedetti sabía. Simplemente, no era conveniente pensar seriamente acerca de estocuando la Unión Soviética te daba la ilusión de que tú eras parte del nuevo bloque.Y esto es, desafortunadamente, donde varios de nosotros hemos considerado quese trata de una versión incorrecta e inaceptable de la izquierda. ¿No puede haberotro sistema de clasificación de los fenómenos contemporáneos que no caiga enesta oposición binaria y que se base en una nueva forma de evaluar las prioridades?Muchos artículos, siguiendo a Castañeda, ofrecieron críticas similares y generaronsistemas de clasificación divergentes. En esta introducción nos concentraremos enalgunas de las respuestas hacia los giros a la izquierda en Latinoamérica, desde el15

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