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ELVIRA BEATRIZ NARVAJA DE ARNOUX / JUAN EDUARDO BONNINDel pueblo a la Iglesia: la construcción de un linaje político-religiosoComo señalábamos más arriba, la subjetividad religiosa se conforma en una relacióninestable entre homogeneidad y heterogeneidad, especialmente al conciliargrupos particulares con una identidad general. Daniéle Hervieu-Léger (1996:10) ha señalado la centralidad que cobra el concepto de memoria para fundar esaidentidad en la creación de un linaje creyente:En la medida en que toda la significación de la experiencia del presente está supuestamentecontenida, de forma al menos potencial, en el acontecimiento fundador, el pasado se constituyesimbólicamente como un todo inmutable, se sitúa “fuera del tiempo”; es decir, fuerade la historia. En relación constante con este pasado, el grupo religioso se define, objetivay subjetivamente, como una “línea creyente”. Esto significa que se constituye y se reproduceenteramente a partir del trabajo de la memoria que alimenta esta autodefinición. Alcomienzo de toda creencia religiosa está, en efecto, la creencia en la continuidad de la líneade los creyentes. Esta continuidad trasciende la historia. Se comprueba y manifiesta en elacto, esencialmente religioso, que consiste en hacer memoria (anamnesia) de ese pasadoque da sentido al presente y contiene el porvenir.En ese marco identitario amplio se definen linajes creyentes que se asumen como“legítimos”. Así, en América Latina, las últimas décadas vieron surgir dos grandesidentidades en competencia, la Renovación Carismática Católica (rcc) y la Teologíade la Liberación (tl), que A. J. Soneira (2001) ha caracterizado a partir de suapelación a hitos de memoria diferentes pero dentro de un marco institucionalcompartido. Ambas reivindican ser herederas del Concilio Vaticano II, pero laprimera privilegia Lumen gentium (1964) y la segunda Gaudium et Spes (1965); 15 delmismo modo, se legitiman en el Episcopado Latinoamericano pero en reunionesdiferentes: Santo Domingo (1992) 16 y Medellín (1968), respectivamente.El discurso de Lugo, claramente, no se identifica con la rcc y muestra constantementesus simpatías por la tl; sin embargo, no hay una identificación plena,en buena medida por su experiencia episcopal, que lo colocó inevitablementeen un lugar institucional. En consecuencia, observamos que la tensión entre el15 Lumen Gentium es una constitución dogmática del Concilio Vaticano II, promulgada por Paulo VI el 21 de noviembre de 1964. Refiriéndose ala iglesia católica, se inspira parcialmente en la encíclica Mystici Corporis Christi, promulgada por el papa Pío XII el 29 de junio de 1943, que fijó elconcepto de “Iglesia” como “cuerpo místico de Cristo”. Esta eclesiología del “cuerpo de Cristo” entra en competencia con la del “pueblo de Dios”,consagrada por Gaudium et Spes, constitución pastoral del mismo concilio, promulgada por el mismo papa el 7 de diciembre de 1965. Aunque ambasdesignaciones no son, en principio, contradictorias, ha habido una preferencia histórica por diversos grupos en cuanto al empleo de una u otra; enparticular, la rcc se identifica con el primero (y lo convierte en hito de una tradición) mientras que la tl reivindica el segundo.16 La iv Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Santo Domingo, fue convocada por el papa Juan Pablo II en elmarco de la “Nueva Evangelización de América Latina”. Si bien los grupos más cercanos al pontífice han celebrado el documento producto deesta Conferencia, los sectores más críticos, reunidos en torno a Medellín e incluso a Puebla rechazaron en buena medida este texto. Las críticas,especialmente desde la tl, fueron globales, impugnando desde la celebración del aniversario de la conquista española hasta la censura a los teólogosde la liberación o el silencio en torno a las muertes de sacerdotes y obispos en manos de gobiernos militares, como el caso de los salvadoreños ÓscarA. Romero (1981) o los sacerdotes jesuitas que, junto a Ignacio Ellacuría, fueron asesinados en 1989.173

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