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ELVIRA BEATRIZ NARVAJA DE ARNOUX / JUAN EDUARDO BONNINsu ingreso al clero regular, puesto que las congregaciones, que gozan institucionalmentede una autonomía relativa dentro de la iglesia católica, proveyeron durantelos años sesenta y setenta de cuadros militantes de la renovación posconciliar.Los misioneros del verbo divino, en particular, son una congregación nacidaen Holanda en 1875, con una fuerte vocación proselitista destinada originalmentea la predicación combativa en un país mayoritariamente protestante. Rápidamente,y al igual que otras congregaciones ad gentes en una época de agresiva reaccióncatólica (quizás los más famosos de este movimiento sean los salesianos), se expandenhacia América Latina, creando sus misiones en Argentina (1889), Ecuador(1893), Brasil (1895), Chile (1900) y, finalmente, Paraguay en 1909. Aunque nohay investigaciones sobre el tema, un somero examen de los documentos de la svdmuestra un fuerte compromiso con los movimientos de renovación posconciliarlatinoamericana, reivindicando especialmente las reuniones de Medellín 5 (1968)y Puebla (1979) 6 y, con una mayor moderación, las expresiones de la Teologíade la Liberación 7 (tl) latinoamericana. En ese contexto de efervescencia políticoreligiosaFernando Lugo pasa sus años de formación entre su ingreso al noviciado(1970) y su ordenación sacerdotal (1977).Después de vivir seis años en Ecuador viajó a Roma, realizando estudios enespiritualidad y ciencias sociales en la Pontificia Universidad Gregoriana. Al tiempode su regreso a Paraguay, el 17 de abril de 1994, el papa Juan Pablo II lo consagra obispode la diócesis de San Pedro, una de las más empobrecidas del país. Allí establecevínculos con organizaciones políticas y ongs como la cooperativa indígena-campesinaTeko Joja. En noviembre de 2004 es designado obispo emérito y, ya con menos responsabilidadesinstitucionales, actúa de manera más abierta y dedicada en el campo dela política a raíz de su oposición pública al gobierno del entonces presidente NicanorDuarte Frutos. En marzo de 2006 encabezó el movimiento Resistencia Ciudadana,5 La ii Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Celam) fue celebrada en 1968 en Medellín, Colombia, como una forma de poneren práctica del Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) en América Latina. Participando del interdiscurso de la época, y con una fuertepresencia de sectores contestatarios en aquel entonces emergentes en el catolicismo, sus Documentos finales se detienen en los procesos sociales ypolíticos del capitalismo y el imperialismo en el subcontinente y en la necesidad de apoyar los movimientos de liberación. Estos textos fueron luegoreivindicados por grupos de izquierda —confesionales y no confesionales—, desde el comunismo cubano, hasta el Frente Sandinista de LiberaciónNacional nicaragüense, pasando por el Ejército de Liberación Nacional colombiano (con el sacerdote Camilo Torres) y los Montoneros en laArgentina. Ver Löwy (1995).6 La iii Celam, reunida en Puebla, México, en 1979, se proponía explícitamente revisar los diez años transcurridos desde Medellín. Este revisionismocrítico procuró desautorizar las visiones liberacionistas y las interpretaciones en clave insurreccional del magisterio católico, con un fuerte respaldodel papa Juan Pablo II, por aquel entonces recientemente electo, que dictaminaba en su Discurso inaugural: “Esta iii Conferencia […] deberá,pues, tomar como punto de partida las conclusiones de Medellín, con todo lo que tienen de positivo, pero sin ignorar las incorrectas interpretacionesa veces hechas y que exigen sereno discernimiento, oportuna crítica y claras tomas de posición [… en Medellín] se han hecho interpretaciones, aveces contradictorias, no siempre correctas, no siempre beneficiosas para la Iglesia.” Muchos teólogos de la liberación han considerado que Pueblafue una “traición” a Medellín, no obstante lo cual permitió a algunos sectores contestatarios apoyarse, por ejemplo, en su condena a los regímenesde seguridad nacional en América Latina.7 La Teología de la Liberación fue un movimiento político-religioso surgido en América Latina en la década de los sesenta, que reconoce enMedellín su antecedente más prestigioso y que tuvo su primera formulación programática en el libro homónimo del sacerdote y teólogo peruanoGustavo Gutiérrez en 1972. A partir de una síntesis entre marxismo y cristianismo, se propuso realizar una praxis teológica específicamente latinoamericanay una reinterpretación doctrinal desde la “opción por los pobres” como lugar hermenéutico para una liberación simultáneamentehistórica y escatológica de los oprimidos. Durante el papado de Juan Pablo II hubo una fuerte censura eclesiástica hacia las manifestaciones de latl, incluyendo condenas individuales a sus exponentes y globales a su doctrina. Para una historia de este movimiento, ver Tamayo Acosta (1989).167

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