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MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

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EN EL CINCUENTENARIO <strong>DE</strong> pedro páramo 211<br />

Robles y José Guadalupe de Anda, hoy olvidados. Pasaba de Los bragados<br />

a Sucedió ayer y de Juan del riel a Desbandada, San Gabriel de Valdivias<br />

y La negra Angustias. El lenguaje del jalisciense lo manejaba mejor que<br />

nadie.<br />

Otra de las obsesiones de Rulfo era la divulgación y la mejor comprensión<br />

de los cronistas de Indias. Muchas veces lo visité en su cubículo<br />

del Instituto Nacional Indigenista. No se cansaba de enseñarme una<br />

edición de la vida y hechos de Nuño de Guzmán, documento sobre la<br />

historia de la Nueva Galicia, con el prólogo y la selección que él mismo<br />

había hecho. Se detenía en Motolinía, Las Casas, Sahagún, y admiraba a<br />

Vasco de Quiroga, Ercilla, Montesinos y el Inca Garcilaso. Él insistía en<br />

los primeros cronistas de Occidente y en las biografías del padre Kino y<br />

de fray Junípero Serra. Recuerdo muy bien sus elogios al libro de Alfredo<br />

López Austin sobre el cuerpo humano en el mundo náhuatl. Estaba<br />

orgulloso del catálogo de las obras que había publicado en el Indigenista.<br />

La vida, desafortunadamente, no le ofreció la oportunidad de enriquecer<br />

ese proyecto que traía en la mente desde sus tiempos de colaborador en<br />

la revista Pan, con Juan José Arreola y Antonio Alatorre. Por cierto que<br />

sería interesante un ensayo —más para un psicoanalista que para un literato—<br />

en torno a la compleja relación de Rulfo con estos dos escritores<br />

de Jalisco. ¿Por qué Rulfo no quiso saber nada de ellos en los últimos<br />

años de su vida?<br />

Inseparables el melómano y el artista de la cámara, el bibliófilo y el<br />

crítico certero, no le gustaban los eruditos ni los cultísimos, los ilustrísimos<br />

versados; era de pocas frases, aislado en sus últimos tiempos pero<br />

siempre con el dardo en la palabra. Faltan todavía muchos estudios sobre<br />

la vida atractiva de Rulfo, su amistad por ejemplo con Efrén Hernández,<br />

Marco Antonio Millán, Fernando Benítez, Salvador Elizondo,<br />

Heraclio Zepeda, Carlos Montemayor, y las historias de las entrevistas<br />

que concedió a escritores de América y España —Daniel Sueiro, Juan<br />

Cruz, Graciela Carminatti, Mempo Giardinelli, Eric Nepomuceno—, y<br />

sus encuentros con Juan Rejano, Alberto Isaac, Luis Buñuel, Daniel Mo-

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