MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

232 Jaime labastida
rácter práctico, ya que traslada a toda época posible la situación actual.
España, entonces, ¿dónde queda? La cultura y el mundo occidentales,
presentes a lo largo y lo ancho del territorio y de la historia de México,
¿dónde? Somos occidentales del Extremo Occidente: el habla de la mayoría
nacional posee historia propia, la que viene de la península ibérica
desde hace más de mil años: tiene su raíz en el latín y, por lo tanto, en
el conjunto de las lenguas que ahora llamamos indoeuropeas. No solo
eso: las primeras polémicas filosóficas acerca de la naturaleza del hombre
americano nacen en la España renacentista y las sostienen hombres que
hablan lenguas universales (el latín y el español). Acaso se deba decir,
por eso, que el primer sistema filosófico que se produjo en México (mejor,
en el territorio que fue el de la Nueva España) se vincula a las órdenes
monásticas, al establecimiento de la Universidad Real y Pontificia y a la
primera imprenta. Comprendía una vasta geografía, que iba de México a
la península ibérica y la Europa culta de su tiempo. Es de suyo obvio que
la polémica de sor Juana con el obispo de Puebla se sitúa en torno al texto
de un portugués, el del jesuita Vieyra; que Alonso de la Veracruz era
discípulo de Francisco de Vitoria; que sus textos, publicados en México,
podrían haberlo sido en Madrid: eran parte de la comunidad transcontinental
que hablaba y escribía en latín. Además, la presencia súbita del
hombre americano en la conciencia filosófica y teológica del europeo
suscita problemas de enorme importancia que permiten la formación de
una conciencia universal por la cual se asimila la presencia del Otro. No
se puede entender palabra de la situación de la filosofía, en el primer
siglo de la conquista y la colonización, sin que entremos en relación directa
con la filosofía peninsular. La polémica habida entre Bartolomé de
Las Casas y Ginés de Sepúlveda tiene lugar en la Corte española, en la
ciudad de Valladolid: ¿podría dejarse a un lado? Es insoslayable además
todo cuanto la filosofía y la ciencia deben a la invención de América:
Copérnico escribe De revolutionibus orbium coelestium solo después y en
cierto modo gracias a la gran hazaña colombina, que amplía por sí sola la
dimensión del planeta.