MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

410 José moreno de alba
los demás capítulos del libro son excelentes. La selección está muy bien
hecha. Difícil habrá sido la tarea, si se considera que tuvieron que espigarse
estas colaboraciones en los miles de páginas que conforman los 15
volúmenes correspondientes a sendos congresos cervantinos.
Estoy seguro de que los autores de esos espléndidos textos me autorizarán
a dedicar los siguientes minutos a una persona que no es autora
de capítulo alguno del libro y del que —seguramente atendiendo a su
discreción y su modestia— solo se hacen en él algunas menciones en el
prólogo. Se trata sin embargo del motor, del alma de estos hoy célebres
encuentros cervantinos. Todos habrán adivinado que estoy hablando de
don Eulalio Ferrer. No solo la preparación e impresión del libro que hoy
se presenta, sino la organización detallada de todos y cada uno de los
15 congresos internacionales y, obviamente, su financiamiento, pudieron
llevarse a cabo porque así lo quiso y así lo ejecutó este hombre singular.
Don Eulalio me honra con su amistad desde hace muchos años.
Me llama cariñosamente “padrino”, por una parte, porque junto con
dos académicos ya fallecidos —el ya mencionado don Manuel Alcalá y
don Porfirio Martínez Peñalosa— propuse su nombre para la Academia
Mexicana de la Lengua; y, por otra, porque me cupo la honra, cuando
ingresó como académico de número, de darle, en nombre de todos los
académicos, la bienvenida. Ello sucedió el 26 de febrero de 1993.
En aquella ocasión decía yo que hablar de don Eulalio es algo a la vez
fácil y difícil. Difícil porque no puede uno mejorar elogios que le han
prodigado personas de gran valía —desde Vasconcelos hasta Octavio
Paz— y fácil porque son muchas y muy interesantes sus facetas intelectuales.
En mi discurso de 1993 expliqué que bien podría dedicar mis palabras
a don Eulalio publicista, o empresario, o mecenas, o cervantista…
Como era explicable, si estaba yo dándole la bienvenida a la Academia,
preferí hablar de don Eulalio Ferrer escritor. Hoy sería todavía más fácil
referirme a su obra escrita, porque es ahora más abundante que en aquel
no tan remoto 1993. Ya entonces era autor de importantes libros; ahora,
su bibliografía es aún más impresionante. Les recomiendo, de su obra