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MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

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400 arturo azuela<br />

las yerbas que tienen virtud de sanar las heridas, que no ha de andar el caballero<br />

andante a cada triquete buscando quien se las cure; ha de ser astrólogo,<br />

para conocer por las estrellas cuántas horas son pasadas de la noche y en<br />

qué parte y en qué clima del mundo se halla; ha de saber las matemáticas,<br />

porque a cada paso se le ofrecerá tener necesidad dellas; y dejando aparte<br />

que ha de estar adornado de todas las virtudes teologales y cardinales […].<br />

Más tarde, antes de pasar a la mesa, don Lorenzo le dice a su padre:<br />

“él es un entreverado loco, lleno de lúcidos intervalos”.<br />

Para completar el trivium y el quadrivium, “todas las ciencias del mundo”,<br />

ese conocimiento que encierra en sí las ciencias de la caballería andante,<br />

falta la música. Para entonces, en Italia, el padre de Galileo Galilei<br />

había completado la escritura musical —las claves, los sostenidos, los bemoles,<br />

las corcheas, los calderones y tantos otros elementos de las partituras—<br />

y muy pronto las orquestas de cuerdas serán la admiración de<br />

las cortes europeas. En el “discurso de los amores de la enamorada Altisidora”,<br />

don Quijote insiste una noche en que se le ponga una noche un<br />

laúd en su aposento, que la música lo acompañe, vibre, juegue un papel<br />

determinante en los momentos supremos. “Don Quijote quiere darnos<br />

música”, dice Cervantes en los labios de Altisidora con cierta “retranca”,<br />

al referirse a los escarceos de esta, pues insiste en que él la consolará lo<br />

mejor que pudiere, “que en los principios amorosos los desengaños prestos<br />

suelen ser remedios calificados”. Después le hicieron una burla más<br />

“dañosa que risueña”, pues tuvo que enfrentarse a unos malignos encantadores,<br />

una “canalla hechiceresca”, ni más ni menos que a un montón de<br />

gatos. Lucha que le costó “cinco días de encerramiento y de cama”. En el<br />

escenario, en aquel aposento, quedó sola la vihuela, lista para templarla,<br />

recorrer sus trastes y cantar el romance que él mismo había compuesto.<br />

En las páginas de El Ingenioso Hidalgo, al menor pretexto, la música<br />

se hace presente: el arpa de Altisidora, el laúd entre sábanas de Holanda,<br />

la vihuela en el aposento del Duque, los cantos de las doncellas en<br />

las ventanas de las rejas de una estancia. Es una época de invenciones<br />

musicales, creación y perfeccionamiento de instrumentos, de maderas

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