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MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

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TRAZOS pARA UNA bIbLIOGRAfíA COMENTADA <strong>DE</strong> REyES 37<br />

y sufre en carne propia lo que se siente ser “peregrino en su patria”, extranjero<br />

en su propio país, un descastado al que nadie conocía realmente<br />

por su obra y al que se le ha cumplido el sueño de regresar a donde-yano.<br />

Octavio Paz evocando al autor de El gesticulador, Rodolfo Usigli y<br />

su autoexilio voluntario en México, recuerda que “el mismo Reyes en<br />

apariencia tan festejado, decía con frecuencia a todos los que queríamos<br />

oírlo que vivía exiliado en su propia tierra”. 27 Era natural que desde ese<br />

mirador no solo se dedicase a trabajar como hebreo en Egipto editando y<br />

reeditando sus propios libros (inéditos o perdidos y dispersos con diversos<br />

sellos de distintos países) hasta lograr que en 1955 el Fondo de Cultura<br />

Económica le cumpliera —“espontáneamente” y sin que él lo pida al director,<br />

don Arnaldo Orfila Reynal, según deja constancia en el Diario— 28<br />

el sueño de editar sus obras completas. Después de todo, se lo había ganado<br />

a pulso, pues como unos años antes, en 1949, le escribió a Jesús Silva<br />

Herzog, editor de Cuadernos Americanos: “Le doy 1000.00 pesos a quien<br />

me demuestre que ha habido otro autor mexicano que muestre mayor<br />

actividad en todos los siglos de la imprenta en México”. 29<br />

La palabra concordia, que Reyes traía desde siempre a flor de sonrisa<br />

y que trajo, por así decir, debajo de la lengua toda la vida, y que es el<br />

hilo conductor, la sonrisa que hilvana sus páginas mexicanas y helénicas,<br />

cervantinas y gongorinas, brasileñas y críticas, vuelve a sus labios al despedir<br />

al poeta venezolano Andrés Eloy Blanco, exministro de Relaciones<br />

Exteriores de Rómulo Gallegos, que muere en esta ciudad en 1955.<br />

(México, desde antes de José Martí, siempre ha sabido brindar abrigo<br />

a las diásporas hispanas —americanas o peninsulares—.) Al poeta de<br />

Cumaná, amigo de Federico García Lorca y coterráneo de José Antonio<br />

Ramos Sucre, le toca recibir de Alfonso Reyes este noble elogio póstumo<br />

que sienta sus reales en una poderosa inteligencia de las circunstancias<br />

profundas de la cultura mexicana y, más allá, iberoamericana:<br />

27 Paz, Octavio, Obras completas, “Miscelánea II”, México, fCE, 2ª. ed., 2001, p. 126.<br />

28 1955.<br />

29 Correspondencia Alfonso Reyes / Jesús Silva Herzog, 1939-1959, comp., introd. y notas Alberto<br />

Enríquez Perea, México, El Colegio de México / Colegio de San Luis Potosí, 2001, p. 58.

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