MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

272 Gustavo couttolenc
¡Con qué deleite me sumergí en tus ondas; y me
abracé a ellas con todos los poros de mi piel sedienta de
frescura!
Así, me imagino, ha de ser el cielo: una lenta inmersión
inacabable en la frescura del Agua,
bajo la caricia del gran Sol vivificante —entre el
esplendor glorioso de un Día sin ocaso…
Mas, para llegar a ese Día, es menester pasar por
el oscuro túnel de la muerte: (¡oh, el trágico “hoyo negro”
de misterio y de sombra!)
(¡El “hoyo negro” en que no se respira ni se oye;
donde mi piel se deshará en ceniza, impotente para vibrar con la caricia
diáfana!)
¡Líbrame, Señor, de las fauces del Abismo! ¡Líbrame,
Señor, de la “muerte segunda”!
¡Y déjame alabarte, franciscanamente, en tus creaturas
bellas; y decirte laudanza por la inabarcable hermosura
del Cosmos!
¡Señor, yo te bendigo porque eres Manantial de hermosura!
¡Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana Chapala!...
Chapala, 13 de octubre de 1946