MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

las ciencias de la caballería andante 405
ta en la que se arroparon tantos herejes y cismáticos, ese mundo secreto,
intrincado, de “hacedores” del fuego y de profundos creyentes en la salvación
a través del trabajo. Antecedentes de la química y la medicina, de
la herbolaria y la homeopatía, de la instrumentación en los laboratorios, la
alquimia hunde sus raíces en tiempos muy antiguos, siempre en busca
de metales purísimos, nobles, y transmitiendo, de una generación a otra,
la creencia fundamental de la naturaleza como experimentadora de sí
misma.
En el capítulo sobre lo que le sucedió a don Quijote con un discreto
Caballero de la Mancha, después de las noticias del Señor de los Espejos
y del encuentro con un algebrista con quien se curó un desgraciado,
Cervantes nos habla, largo y tendido, sobre “la milagrosa ciencia de la
Poesía”. El Ingenioso Hidalgo nos dice: “La Poesía […], a mi parecer, es
como una doncella tierna y de poca edad, y en todo extremo hermosa, a
quien tienen cuidado de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas,
que son todas las otras ciencias, y ella se ha de servir de todas, y
todas se han de autorizar con ella…”
Y renglones más adelante, para nuestra sorpresa, afirma con claridad:
“Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la
volverá en oro purísimo de inestimable precio”. Así, sin más, Cervantes
nos quiere hacer olvidar aquellos “dos falangines” de más en que la ciencia
de la caballería andante está por encima de la Poesía. La cita agrega, en la
siguiente página, que “el natural poeta que se ayudare del arte será mucho
mejor y se aventajará al poeta que solo por saber el arte quisiere serlo”.
Antes de llegar, por ahora, a un punto final de un tema infinito —las
ciencias de la caballería andante—, leemos con deleite: “mezcladas la naturaleza
y el arte, y el arte con la naturaleza, sacarán un perfetísimo poeta”.
Mis parabienes a los poetas, ¡que reciban todos los beneficios del cielo!, ¡y
ahora pongámonos en paz!, ¡sean buenas estas filosofías!, y que siempre
encuentren estrellas y soles en ese estro misterioso que la providencia les
ha otorgado.