MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

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se comunicaban de un confín a otro y se reconocía la existencia del
Océano Universal. También el descubrimiento del mar era un signo de la
época. Cervantes no perdía su espíritu de aventura y quería conocer muchos
mundos. Por los conocimientos de su padre, ya sabía de la fábrica
del cuerpo humano, en aquellos tiempos en que el álgebra de los árabes
se integraba a líneas y curvas, a parábolas y circunferencias. Los sabios,
entre sospechas y repudios, entre abjuraciones y apostasías, ya sostenían
que la Tierra no era el centro del universo y que de la mecánica del cosmos
se pasaba a la mecánica terrestre. Pero todavía eran buenos tiempos
para los “dueños” de las ciencias ocultas, los cuales se aprovechaban de
esos “charcos hediondos” de la alquimia y la astrología.
Don Quijote de la Mancha, al darnos lecciones de vida —de vida
pura—, al ir de escenas imaginativas, al fin realidades en la cabeza del
héroe, a los campos de la antigua Castilla, a las ventas y los alcázares
de su redención, nos va dando de un párrafo a otro “las cosas extravagantes”
de un tiempo preciso. Al escapismo del protagonista se suman
observaciones, experiencias de impertinentes, discursos de amores o de
armas y letras. Y entre acciones y reprimendas, consejos y charadas, se
pueden entresacar algunas reflexiones sobre la llamada “ciencia de los
caballeros andantes”, conocimientos superiores, de acuerdo con nuestro
héroe literario, argumentos y saberes que todavía no se separan tajantemente
de las llamadas ciencias ocultas. Entre dichos populares, consejas
o refranes, sentencias o aforismos, aparece la observación más precisa, el
dato revelador, una aproximación más o menos objetiva a los elementos
de la naturaleza.
A fines del siglo xvi, las fronteras de los conocimientos científicos son
imprecisas; se entrecruzan los campos, se superponen la superchería y
las causas y efectos de fenómenos naturales. La astrología es la negación
del libre albedrío, pero al mismo tiempo es la lectura de mapas celestes,
la lenta matematización de los recorridos de los astros vagabundos. La
alquimia es el fuego y la esperanza, es el trabajo y el elixir de la existencia,
es la lucha incansable para encontrar el retorno a la eterna juventud,