MEMORIAS DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA

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el coro de ausencias de don ermilo
Señala muy bien el padre Alfonso que los “títulos que aparecen en sus
retratos antiguos”, que Abreu prometió reseñar (p. 334), nos exhiben no
menos de 35 autores que don Ermilo olvidó catalogar, en tanto que andaba
fantaseando que Juana Inés leía al Boccaccio del Decamerón, o al
“impío Maquiavelo”, o que tenía entre sus autores de ‘religión’ nada menos
que a Lutero y a Pelagio, cosa en verdad difícil, pues por entonces
eran libros desaconsejados a los católicos.
Queda, así, en Abreu Gómez, muy exacto el refrán que manejo en este
epigrama:
Cuando Ermilo hace mención
del sorjuanista desván,
ni son todos los que están,
ni están todos los que son.
Demos ahora algunas muestras del “Coro de ausencias” que Méndez
Plancarte descubre en las lagunas que dejó don Ermilo.
Baste comenzar con la Biblia, “el libro que comprende todos los libros”,
como decía la madre Juana Inés. En ella, al lado del “Excelso
Autor” único, se encierran unos 40 autores más (por ejemplo, David,
Salomón, Jeshua Ben Sirac, etc.).
Añádase luego el Breviario, el cual recopila himnos y textos de Venancio
Fortunato, Jacopone da Todi, Tomasso di Celano, y una buena docena de
Padres de la Iglesia. De estos, nos enumera Méndez Plancarte a los santos
que Abreu desconoce: Ambrosio, Anselmo, Atanasio, Beda, Bernardino
de Siena, Bernardo de Claraval, Hilario, Ignacio de Antioquía, Pedro Crisólogo,
Roberto Belarmino y Paulino de Nola (Crítica..., p. 64).
Pero es que, ¿a qué intelectual contemporáneo se le ocurre hojear tales
libros cargados de olor a sacristía? Pues, por ejemplo —respondemos—,
a quien emprende el estudio de las obras de sor Juana.
Por lo demás, en vez de citar en el rubro de ‘religión’ a los “heresiarcas…
malévolos y furiosos” que él anota, don Ermilo podría haber