su historia y sus consecuencias - Unesco
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UNESCO<br />
Corpus Christie. Ahora se trataba de conmemorar la primera Junta Revolucionaria de Mayo<br />
de 1810 en Buenos Aires.<br />
Aunque la situación en todos los órdenes era desfavorable para la gente afro, ésta se las<br />
ingeniaba para en la menor oportunidad que se le presentaba —autorizada o no—, retomaran<br />
<strong>su</strong>s expresiones culturales y creencias profundas.<br />
Augusto de Saint-Hilaire describe las danzas africanas que observó en 1820: “El 1º de<br />
noviembre de 1820, hallándose de paso por Montevideo el distinguido viajero francés Augusto Saint-<br />
Hilaire alcanza a ver una danza de los negros que describe con estas palabras: ‘Paseándome por la<br />
ciudad, llegué a una pequeña plaza donde danzaban varios grupos de negros. Movimientos violentos,<br />
actitudes innobles, contorsiones horrorosas, constituían los bailes de estos africanos a los que se<br />
entregaban apasionadamente con una especie de furor. Realmente, cuando danzan se olvidan de sí<br />
mismos’ ”. (Oscar D. Montaño, “Yeninyanya: Historia de los afrouruguayos”, Montevideo, 2001,<br />
pág. 31; Lauro Ayestarán, “El Folklore musical uruguayo”, Montevideo, 1968, pág. 165)<br />
A pesar de lo discriminatorio de <strong>su</strong>s conceptos, éstos tienen la importancia de informarnos<br />
—de primera mano— la forma en que los africanos se entregaban a <strong>su</strong>s ceremonias en las<br />
que se concentraban al punto de lograr la incorporación plena. Destacamos este aspecto ya que<br />
se cree que sólo lograban este estado de trance en <strong>su</strong>s salas de nación donde volvían a ser libres<br />
y estaban en comunicación con <strong>su</strong>s entidades religiosas.<br />
“La gente se levantaba siempre al amanecer y se acostaban al toque de ánimas. Las<br />
campanas de la Iglesia Matriz regulaban la vida de los moradores, devotos católicos,<br />
cumplidores de los preceptos, pero sin misticismos. Había un convento de frayles<br />
franciscanos pero ninguno de monjas. La mayor diversión de aquella buena gente,<br />
eran, en ciertos días, los grotescos y lúgubres bailes de negros, que llamaban<br />
candombes, en los que al son monótono de los tamboriles y los cantos, vestidos con<br />
las viejas prendas de gala de los amos, evocaban ancestrales ritos mágicos de <strong>su</strong>s<br />
selvas, entre las contorsiones de un histrionismo cuyo frenesí llegaba, a menudo, a la<br />
epilepsia.” (Alberto Zum Felde, “Proceso intelectual del Uruguay y crítica de <strong>su</strong> literatura”,<br />
Montevideo, 1930, pág. 39)<br />
En el siguiente documento el licenciado Jacinto Ventura de Molina realiza un rápido<br />
repaso de cuáles eran las autoridades de varias de las salas de nación existentes en Montevideo<br />
durante 1832:<br />
“Republica Oriental del Uruguay.<br />
Diciembre 17 de 1832.<br />
Vista la resolución del Departamento de Policía expedida el 12 del corriente en que<br />
(interin otra no recayga) se permita á las Naciones Ausá y Mina difrutar de las diversiones<br />
y fiestas que acostumbran sin dependencia alguna, y guardase y cumplase<br />
como en ella se contiene, conservandose al Rey y Principe Ausá José Otero, y Antonio<br />
Gordín; Rey y Reyna Carabarí Salvador y Maria Molina; Reyna y Principe Mina,<br />
Maria Moreti, y Francisco Siva; Rey y Principe Nagó y Tacuá Juan José Estrada, y<br />
Manuel; Principe Santé Luis Lima; Rey Moro Ramon; Rey y Principe Lubolo Juan<br />
Gregorio y Jose segundo; Rey Felipe Arrotea; rey interino Banguela Jose Agué; Rey<br />
Mozambique Juan Soto; Rey Muñambano Matias Garcia; Rey Cambundá Juan Pepillo;<br />
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SEGUNDO PANEL