su historia y sus consecuencias - Unesco
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LA RUTA DEL ESCLAVO EN EL RÍO DE LA PLATA: SU HISTORIA Y SUS CONSECUENCIAS<br />
el único amigo que me quedaba: la muerte. Para mi desgracia dos hombres blancos<br />
me ofrecieron comida, y al rehusarme a comer uno de ellos me agarró por las<br />
manos, me tendió a través y me ató los pies, mientras el otro me azotaba severamente.<br />
Nunca había experimentado algo así anteriormente… y a pesar de tener<br />
miedo el agua… no hubiera vacilado en arrojarme por la borda si hubiera podido…<br />
Entre los pobres hombres encadenados encontré gente de mi misma nación, lo que<br />
en una pequeña medida me tranquilizó. Les pregunté qué es lo que haría con<br />
nosotros. Me dieron a entender que nos iban a llevar al país de los hombres blancos<br />
a trabajar para ellos… Esto me revivió un poco, mi situación no era tan desesperada;<br />
pero todavía temía que me mataran, estos hombres blancos tenían aspecto y<br />
actuaban de forma muy salvaje. Nunca había visto a nadie obrar con crueldad tan<br />
brutal…<br />
El hedor de las bodegas era tan intolerable que era peligroso tan solo estar allí, y a<br />
algunos de nosotros nos habían permitido permanecer sobre cubierta; pero ahora<br />
que todo el cargamento estaba confinado junto, se volvió absolutamente pestilente.<br />
Lo cerrado del lugar, el calor del clima, agregado a la multitud de gente, lo hacía<br />
tan hacinado que apenas había lugar para darse vuelta, estábamos a punto de la<br />
sofocación. Ello produjo abundante transpiración, de modo que el aire pronto se<br />
hizo imposible de respirar, debido a una variedad de olores asquerosos, que produjo<br />
enfermedades entre los esclavos de las cuales muchos murieron, cayendo víctimas<br />
de lo que llamaría la avaricia imprevisora de los compradores. Esta situación<br />
miserable fue todavía agravada por la fricción de las cadenas, que ahora se volvieron<br />
insoportables, y la mugre de los tanques de excrementos, en los cual a menudo<br />
caían los niños… Los lamentos de las mujeres y de los moribundos creaban una<br />
escena de horror casi inconcebible…<br />
Un día, cuando teníamos mar calmo, y viento moderado, dos de mis compatriotas,<br />
que estaban encadenados juntos, prefiriendo la muerte a esta vida tan miserable, de<br />
algún modo lograron pasar a través de las redes y saltaron al mar, siguiéndolos otro<br />
que estaba enfermo y que por esa razón le habían sacado las cadenas. Creo que<br />
muchos más habrían hecho lo mismo si no hubiera sido por la tripulación que rápidamente<br />
controló la situación… Los dos miserables se ahogaron, pero el otro fue capturado<br />
y azotado sin ninguna misericordia por preferir la muerte a la esclavitud…Al<br />
llegar a América fuimos aceitados y afeitados para mejor presentarnos a los compradores.<br />
Ubicaron a los hombres en un lado del barco y a las mujeres en el otro, hasta<br />
que dieron la señal para que entraran la gente que estaba esperando para participar<br />
en la <strong>su</strong>basta. De esta manera, sin escrúpulos de ningún tipo, relaciones y amigos<br />
son separados, muchas veces para no verse nunca más. ¡Oh, cristianos nominales!<br />
Un Africano les pregunta… ¿aprendieron todas estas cosas de vuestro Dios? Seguramente<br />
es un nuevo refinamiento en crueldad… que agrega nuevos horrores a la<br />
abominación de la esclavitud.” 7<br />
7. Esta narración es extraída de “Equiano”, reproducida por Pescatello, Ann M. (en L. Hanke and J. Raush, 1973/1993)<br />
quien a <strong>su</strong> vez la reprodujo de Robert I. Rotberg, A political history of Tropical África, New York: Harcourt, Brace and World,<br />
1965, págs. 143-153.<br />
Danilo Antón<br />
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