su historia y sus consecuencias - Unesco
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UNESCO<br />
Testimonio<br />
sobre<br />
la captura<br />
de esclavos<br />
en la<br />
Tierra Firme<br />
de<br />
Sudamérica<br />
“Poco después, el gobernador partió de Cumaná con toda <strong>su</strong> gente, y costeando<br />
hacia poniente llegó a Maracapana. Era éste un poblado de unas cuarenta casas<br />
en las que residían permanentemente cuatrocientos españoles, quienes cada año<br />
elegían de entre ellos a un capitán, el cual, acompañado por aproximadamente la<br />
mitad de los soldados, salía a hacer correrías por muchas regiones de aquel territorio.<br />
Mientras estábamos en este lugar, llegó el capitán Pedro de Cádiz con más de<br />
cuatro mil esclavos; muchos más había capturado, pero tanto por carencia de<br />
provisiones, por fatiga y <strong>su</strong>frimientos, como por el dolor de abandonar <strong>su</strong> patria,<br />
<strong>su</strong>s padres y <strong>su</strong>s hijos, habían muerto durante el viaje. Y si algunos no podían andar,<br />
para que no se quedasen rezagados hostigando, los españoles les hundían en el<br />
pecho y en el vientre <strong>su</strong>s espadas y los mataban. Llevaba realmente a compasión el<br />
ver aquella multitud de pobres criaturas, desnudas, cansadas, impedidas, seres<br />
debilitados por el hambre, enfermos, desamparados. Las infelices madres con dos o<br />
tres hijos a la espalda o al cuello, llorando continuamente y muertas de dolor, y<br />
todos <strong>su</strong>jetos con cuerdas y cadenas por el cuello, los brazos y las manos. No había<br />
jovencita que no hubiera sido forzada por <strong>su</strong>s captores, por lo que con tanto fornicar<br />
había españoles que enfermaban gravemente. Este capitán había recorrido por<br />
tierra más de setecientas millas de aquel territorio, que antes de la llegada de los<br />
españoles estaba muy poblado; pero cuando yo llegué, poco faltaba para que se<br />
hubiera quedado desierto.<br />
Todos los esclavos capturados por los españoles en estas regiones son conducidos a<br />
Cubagua, porque en esa isla residen los oficiales del rey que cobran las rentas reales<br />
en perlas, oro, esclavos y otras mercancías. Del total se paga un quinto, es decir, un<br />
veinte por ciento. A todos los esclavos se les marca una C en la cara y los brazos<br />
mediante un hierro candente. Luego los gobernadores y capitanes los reparten como<br />
les place entre los soldados, tras lo cual estos los venden o se los juegan entre ellos.<br />
Cuando llegan los barcos de España <strong>su</strong>elen cambiar esclavos por vino, harina, galletas,<br />
u otras cosas necesarias. Y aunque algunas indias estuviera preñadas de los<br />
propios españoles, éstos las vendían sin ningún miramiento. Luego los mercaderes<br />
los llevan a otros lugares y los venden. A otros los llevan a la Española, llenando con<br />
ellos unos barcos grandes a modo de carabelas. Suelen embarcarlos bajo cubiertas,<br />
y como casi todos son gente capturada tierra adentro, el mar les causa mucho daño.<br />
No pudiéndose mover en el fondo de aquellas sentinas, con <strong>su</strong>s vómitos y el producto<br />
de <strong>su</strong>s otras necesidades iban allí como animales entre <strong>su</strong>s heces. A menudo el<br />
mar se encalmaba, faltándoles el agua y otras cosas a aquellos infelices. Y así, agobiados<br />
por el calor, el mal olor, la sed y las incomodidades, allí abajo morían<br />
míseramente.” 8<br />
8. De la Historia del Nuevo Mundo de Girolamo Benzoni, cronista milanés que viajó a América en 1541. La primera<br />
publicación de esta obra fue en 1565 en Venecia. Extraído de la Colección Descubrimiento y Conquista, t. XII, La República, ed.<br />
por Daniel Vidart.<br />
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