(Cerdagne) : conflits de propriété et d'usage - Centre de Recherches ...

J. F. UTRILLA, C. LALIENA & G. NAVARRO
sables17. En este sentido, la tala masiva se efectuaba sobre aquellas masas
boscosas que estaban lo bastante cerca de los ríos como para poder deslizar
los troncos hasta el Aragón, el Gállego o el Cinca y, a través de ellos, hacia
el Ebro. En torno a 1300, el sistema de transporte fluvial de madera funcionaba
a pleno ritmo, a juzgar por las quejas de los madereros por los peajes
que se les exigían, y de los agricultores por los daños que las grandes balsas
de troncos producían en los azudes18.
El retroceso de los árboles era, según los botánicos, irreversible,
puesto que, en general, los matorrales se apoderaban de las tierras artigadas y
abandonadas. Por otra parte, la expansión del ganado ovino era poco
compatible con la recuperación de las especies vegetales propias de los bosques
altos. Los estatutos del valle de Tena, en los años treinta del siglo XV,
intentaban proteger las hierbas de algunas áreas de pasto, bien impidiendo el
acceso de los rebaños o bien limitando el número de animales. Si las hierbas
estaban amenazadas por las ovejas, cabe pensar con más razón que la reproducción
del arbolado era imposible por el efecto depredador de dicho
ganado. La sobreexplotación, la presión roturadora y la competencia con las
praderías y zonas de monte bajo destinadas a las ovejas, hicieron que el
bosque cumpliera una función menor dentro de las actividades económicas
de las sociedades de la montaña del Pirineo central en la Baja Edad Media.
De este modo, la actividad económica se orientó hacia un pastoralismo
intenso, acompañado por una agricultura de subsistencia. Es un auténtico
problema discernir el periodo en el que se inició esta especialización, habida
cuenta que la explotación ganadera de la región está asociada a los pastos de
montaña desde la época protohistórica. Cabe la posibilidad de que los
monasterios altomedievales, dotados de grandes dominios territoriales
apenas delimitados en los siglos IX y X, se inclinasen por una dedicación
ganadera para aprovechar estos espacios de montaña con una mano de obra
escasa, como sugiere J. J. Larrea19, y como apuntan las concesiones reales de
« estivas », es decir, pastos de altura20. En todo caso, los desplazamientos del
17 Testimonios de roturaciones y crecimiento agrario : J. F. UTRILLA UTRILLA, « La
economía aragonesa en la segunda mitad del siglo XI : crecimiento agrícola e intercambios
comerciales », Sancho Ramírez, rey de Aragón, y su tiempo. 1064-1094, Huesca, 1994,
pp. 81-105.
18 M. T. FERRER I MALLOL, ob. cit., pp. 514-517.
19 J. J. LARREA CONDE, « Moines et paysans : aux origines de la première croissance
agraire dans le Haut Aragon (IXe-Xe siècle) », Cahiers de Civilisation Médiévale, XXXIII
(1990), pp. 219-239.
20 Por ejemplo, en 1031, Sancho el Mayor accedió a las súplicas de los monjes de San Juan
de la Peña y les donó la « estiva de Lecherín, que está en el término de Aruej, desde el río
Gavardito hasta el salto de Canfranc y por la otra parte hasta las peñas de Tortiella, y por la
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