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llegaban a propinarles puntapiés y a maltratarlos halándoles del pelo
y profiriendo en su contra expresiones soeces y amenazadoras.
Si eso era allí, frente a una gran cantidad de personas ajenas a los
estamentos de inteligencia del Estado, civiles rescatados de las
ruinas de Palacio, trabajadores del museo e incluso la posible
presencia de periodistas que pudieran filtrase al interior de la Casa
del Florero, como hay evidencia que en efecto ocurrió; es posible
vislumbrar lo que acontecía en los interrogatorios adelantados en
aquellas áreas reservadas de exclusiva responsabilidad del B-2 y
organismos de inteligencia, tanto de las Fuerzas Militares como de
la Policía.
Algo de lo que ocurrió en esos sitios lo dan a conocer EDUARDO
MATSON OSPINO y YOLANDA ERNESTINA SANTODOMINGO
ALBERICCI, respecto de quienes se tiene conocimiento también
fueron considerados como sospechosos de hacer parte del grupo
insurgente, subidos al segundo piso de la casa museo del 20 de
Julio, trasladados a instalaciones de la Policía y del Ejército y por
quienes el Estado Colombiano también reconoció ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos responsabilidad por acción
por las torturas a que se les sometió por miembros de los cuerpos
de seguridad oficiales 129 .
EDUARDO MATSON OSPINO rindió declaración en varias
oportunidades y en esencia siempre ha sostenido lo dicho el 5 de
diciembre de 1985 ante la Procuraduría Regional de Cartagena,
cuando señaló: “[…] ya para salir [del Palacio de Justicia] nos dijeron a
YOLANDA, a un señor mono que decía ser Abogado de LEGIS y a mí que nos
hiciéramos atrás de todos y entre ellos comentaron que nosotros tres éramos
129 CIDH, sentencia del 14 de noviembre de 2014, caso RODRIGUEZ VERA y otros vs.
Colombia.