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de una guerrillera entregado como MARIA ISABEL FERRER DE
VELASQUEZ, sin conexión, en principio y hasta donde se sabe,
específicamente con ninguno de los empleados de la cafetería, pues
no hay en el expediente evidencia concreta, objetiva y contundente
indicativa de su pertenencia al grupo subversivo, salvo que se
asigne algún grado de probabilidad a las sospechas de inteligencia
militar sobre la presunta pertenencia o colaboración de algunos de
ellos con el M-19.
En ese orden de ideas, se hace más estrecha e improbable la teoría
según la cual la totalidad de empleados de la cafetería del Palacio
de Justicia y al menos dos de las visitantes ocasionales cuyo
paradero aún se desconoce, habrían fallecido al interior de la
edificación en medio de los combates y sus cuerpos, calcinados,
entregados equivocadamente, aun cuando tampoco se puede
predicar por completo clausurada la posibilidad de encontrar algún
caso de esa naturaleza, pues no se puede afirmar que esos sean
todos y los únicos eventos de entregas erradas a partir de
identificaciones igualmente deficientes.
Cobran fuerza, sí, aun cuando no con la suficiencia como para
considerarlos en sí mismos concluyentes y suministradores de
certeza, los elementos indiciarios señalados a lo largo de estas
consideraciones en dirección a que, al igual que IRMA FRANCO
PINEDA, los trabajadores de la cafetería del Palacio de Justicia
CARLOS AUGUSTO RODRIGUEZ VERA, CRISTINA DEL PILAR
GUARIN CORTES, DAVID SUSPES CELIS, BERNARDO
BELTRAN HERNANDEZ, HECTOR JAIME BELTRAN FUENTES,
GLORIA STELLA LIZARAZO, LUZ MARY PORTELA LEON, y las
visitantes ocasionales LUCY AMPARO OVIEDO BONILLA y
GLORIA ANZOLA DE LANAO, pudieron ser víctimas de
desaparición forzada.