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EDILBERTO SANCHEZ RUBIANO permitió, con su anuencia y
complacencia, que esa clase de órdenes se ejecutaran para
“desaparecer el chaleco”, pues de lo contrario, sabiéndose
responsable directo de las personas evacuadas del Palacio de
Justicia y en especial de los sospechosos y retenidos por ser
miembros del M-19, y siendo consciente que efectivamente tenía
bajo su responsabilidad sospechosos y al manos una mujer
reconocida como integrante del grupo asaltante, hubiera hecho algo,
tomado alguna precaución, para evitar la consumación de las
órdenes irregulares y garantizar la seguridad de esas personas,
haciendo honor a su posición de garante.
De otro lado, no es admisible que como COMANDANTE DE
INTELIGENCIA de la Brigada, estando in situ, venga a decir que no
sabía lo que ocurría a su alrededor y no tuviera control de las
personas que le eran puestas a disposición. Menos aceptable es
que abandonara el puesto de mando dejando allí, sin precaución
alguna, a la guerrillera reconocida, sabiendo de las instrucciones
especiales que existían, sin preocuparse por definir su situación,
esto es, sin asegurarse de ponerla a disposición de la autoridad
competente.
El evidente afán de EDILBERTO SANCHEZ RUBIANO de eludir la
verdad refrenda el convencimiento sobre su responsabilidad, pues
sólo miente quien tiene interés en mentir porque la verdad le
perjudica, y esa verdad que evita el sindicado no puede ser otra que
la que lo relaciona con el comportamiento punible imputado y tiende
a mostrarlo penalmente responsable por acción.
De cualquier manera, teniendo en cuenta que, cuando la acción y la
omisión son estructural y axiológicamente idénticas, las
consecuencias deben ser análogas, debemos resaltar que de lo que