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que por algún motivo se dispersaran al interior de la edificación
durante el desarrollo de los acontecimientos; posibilidad no
descartada en el plenario con la suficiente certeza probatoria,
impidiendo optar por alguna de las dos alternativas con el suficiente
grado de seguridad que supere una duda razonable.
Es que, si no existiera evidencia objetiva, razonablemente solida,
mostrando la salida de algunos de los del personal de la cafetería
del edificio judicial la tarde del 7 de noviembre, como el caso de
RODRIGUEZ VERA y BELTRAN HERNANDEZ, la cadena indiciaria
cobraría una inusitada fortaleza para brindar conocimiento sobre la
suerte corrida por todos ellos, en la medida en la que el hecho
indicador se mantendría inalterado en sus características
circunstanciales y aplicando idéntica inferencia lógica o regla de
experiencia conduciría a un mismo hecho indicado. Pero al
encontrar esa clase de prueba, como algunas imágenes de video a
las cuales se les puede asignar un considerable grado de fiabilidad,
las circunstancias que caracterizan al hecho indicador varían y con
ello la inferencia razonable derivada del hecho indicador se debilita
en el grado de probabilidad, al abrir un abanico de posibilidades
situacionales, cuando no todos los casos comparten identidad
circunstancial total.
Es decir, si no todos, o mejor, si algunos de los empleados de la
cafetería salieron la tarde del 7 de noviembre por la puerta principal
del edificio, es porque probablemente no estuvieron todos
concentrados en un mismo lugar durante el desenvolvimiento de los
hechos o, estándolo, no todos sobrevivieron a los mismos y por lo
tanto no puede deducirse que todos necesariamente corrieron la
misma suerte.