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Recuerda que entre quienes lo detuvieron se encontraban un
Capitán y un Teniente a quienes vio en el municipio de Zipaquirá, y
respecto del Capitán dice que era “un pastuso bajito” pero no recuerda
el nombre.
Señala que ingresaron por la carrera séptima en unos camiones
hasta unas oficinas, aproximadamente a las 7 de la noche. Afirma
que en esa oficina les pegaron mucho y que les “dieron” para que
reconocieran ser guerrilleros. De ese lugar los pasaron al frente de
las caballerizas y los encerraron hasta el día siguiente.
Al solicitarle aclarar en qué lugar se le sometió a los maltratos, las
torturas y los choques eléctricos a los que hizo alusión, aclara que
primero lo torturaron en la oficina a la cual ha hecho mención y
después lo encerraron en las caballerizas. Respecto a los choques
eléctricos manifiesta que se los infligieron tanto en Zipaquirá como
en la Oficina de la Escuela de Usaquén.
Al preguntarle si durante el tiempo que permaneció en las
Instalaciones de la Escuela de Usaquén conoció, vio o supo de
personas que también hayan estado retenidas, diferentes al grupo
de personas con las que ingresó, señala que la noche en la que
estuvo retenido en la oficina en la cual recibió maltratos y torturas
vio que llegaron aproximadamente tres o cuatro camiones con
militares que “venían gritando…que habían ganado la guerra” y que de los
camiones vio que bajaban a tres o cuatro muchachos –pero no
alcanzó a “divisar” si eran hombres o mujeres– que “llevaron para otro
lado, no se para donde y después al rato, a nosotros nos subieron a la
caballeriza y después ellos siguieron gritando otra vez por allá”. Respecto a
las personas que afirma que los militares bajaron de los camiones,